Por Ana Svethania Gómes
El trabajo editorial consiste en aterrizar las ideas, no siempre claras, de un autor. Además, debe mediar entre las rigideces de los correctores de estilo que aspiran a textos perfectos, pero según sus propias expectativas, que no tienen por qué coincidir con las de la lengua, que siempre es más natural y maleable. Al mismo tiempo, hay que cumplir plazos imposibles, impuestos por las editoriales o, en muchos casos, por las caprichosas exigencias de autores que siempre entregan tarde trabajos que luego remiten muchas veces como definitivos.
Ana Svethania Gómez diserta en la Feria Internacional del libro Santo Domingo 2024 |
Lo más difícil es, pues, saber qué es lo que se quiere antes de empezar. Como podrán imaginar, en un proyecto sin precedentes como lo fue la primera versión del Festival del Día Internacional de la Poesía, lo menos que se sabía era adónde iba a parar aquello. Por suerte, la idea de compilar y registrar en un libro la experiencia de más de cuatrocientos poetas de todas partes del mundo y de distintas lenguas fue un subproducto. Resultó de la extraordinaria acogida que tuvo el evento y de la ilusión con la que quedaron tanto los organizadores como los participantes.
Lo primero fue contactar con los poetas que participaron en la jornada de
24 horas de lecturas corridas. No tuvimos la previsión de solicitar los poemas
por escrito, las fotografías ni los datos biográficos. Y luego, al
solicitarlos, cometimos el error de recibirlos a través de Wetransfer,
una excelente plataforma, pero con periodo de recuperación de solo una semana.
Como el proceso editorial llevó tres meses, cuando fuimos a procurar esos
archivos ya no estaban. Así que tuvimos que contactar con los autores para que
los reenviaran.
Dado el inusual volumen de poetas que teníamos que compilar, creamos
carpetas por países y, luego, por poetas para almacenar los archivos recibidos.
Trabajamos con una hoja de Excel en la que organizamos a los poetas por el
primer nombre, que fue el criterio que utilizamos para el índice. El problema
es que, como los poetas nos los enviaron en fechas diferentes y, además del
correo del festival, también nos los enviaron personalmente a nuestros correos,
fue un reto mantener actualizada esta lista para que no se quedara nadie fuera.
Lo cual milagrosamente logramos, salvo por un par de poetas, porque siempre hay
una excepción a la regla.
Fueron arduos meses de contactos para que enviaran poemas cortos, pero
suficientes, para llenar un máximo de dos páginas. Con los poetas cuyas lenguas
eran los idiomas oficiales, es decir, el español, el inglés y el francés, fue
relativamente fácil, aunque debimos insistir en el número de palabras, que en
muchas ocasiones excedían el espacio disponible. Aceptamos poemas en cualquiera
de las lenguas nativas, pero insistíamos en estos casos en que los acompañaran
con una traducción a los idiomas oficiales ya mencionados.
José Mármol, introduce el coloquio "De Babel a Santiago" |
Nos encontramos con una dificultad inesperada a la hora de conseguir fotos
de calidad razonable de los poetas. Imágenes de muy baja resolución, mal
encuadradas, formatos ilegibles o de desconocidos, hicieron que tuviésemos que
interactuar más de lo razonable, teniendo en cuenta que muchos de los
participantes residían en países con un nivel tecnológico incipiente, en los
que incluso podían escasear los teléfonos móviles con cámaras adecuadas. Todo
ello, al margen de que, en algunos casos, las situaciones económicas y
políticas impedían incluso gestionar una fotografía adecuada.
Este simple aspecto hizo que tuviésemos que dedicar muchas horas a retocar
en Photoshop muchas de las imágenes recibidas para que tuviesen un nivel visual
aceptable. No, no hicimos que nadie
pareciera más guapo. Quienes aspiraban a una imagen seductora o artística
recurrieron a fotógrafos profesionales, como mis tres compañeros de coloquios
aquí presentes.
Unificar y estandarizar los datos de los autores fue todo un reto. Les
pedimos un currículo breve, de un máximo de 65 palabras, para colocar debajo de
las fotos. Fuimos unos ilusos. Pocos enviaron hojas de vida cortas. Por el
contrario, lo habitual fue recibir varias páginas con un currículo detallado
que incluía estudios, instituciones relacionadas, obras publicadas, títulos de
ponencias y ensayos humanísticos y científicos, participaciones en eventos,
premios y menciones recibidas. En fin, que Rei Berroa tuvo que dedicarse a
resumir aquellos currículos, con el temor de que algún autor se enfadara por no
haber incluido algún dato que considerara imprescindible.
Elegir el formato adecuado que cumpliera con los requisitos de bueno,
barato y bonito fue un ejercicio agotador. No lo logramos con los ejemplares
impresos. Previendo esto, desde el principio, establecimos que las versiones
principales serían digitales, por lo cual generamos las artes finales en PDF y
en otros formatos que compartimos de manera gratuita. Para los volúmenes
impresos, empezamos con un formato de 6 x 4 que nos garantizaba un costo
unitario de alrededor de 400 pesos. Sin embargo, por exigencia del material
(fotos, currículos y poemas), tuvimos que evaluar otras posibilidades que
fueron aumentando paulatinamente el costo de producción del libro de forma
exponencial. Al encontrar el tamaño ideal desde el punto de vista estético y
también práctico, llegamos a las dimensiones de 10x10 pulgadas, que nos
costaron 1600 pesos por ejemplar, pues nos decidimos por una edición de lujo, a
todo color, con hojas satinadas. Un libro precioso. Los primeros 20 ejemplares
se imprimieron por ese precio. Sin embargo, cuando conseguimos que nos
financiaran 50 ejemplares más, la impresora nos dijo que hubo un error en la
cotización anterior y que, al ser impresión digital en ese tamaño peculiar,
cada libro costaría tres veces más. En fin, esa es la explicación por la cual
no se imprimieron más ejemplares.
Esta es la parte que justifica la referencia a Babel en el título de mi participación. Al incorporar textos en lenguas como el mandarín, el hindi y el árabe, entre otras muchas que recibimos desde Oriente y África, me encontré con la dificultad de que las plataformas de diseño de productos de Adobe, especialmente InDesign e Illustrator, en la versión que tengo, no ofrecían soporte para muchos de los caracteres. Por eso, tuvimos que utilizar otros manejadores de textos e imágenes; en este caso, nos ayudó mucho Microsoft Office, que sí disponía de las fuentes de letras adecuadas. Los poemas los generamos en estas lenguas en formato PDF y luego los incorporamos como imágenes en InDesign, donde estábamos realizando la diagramación y los artes de impresión.
Elegir un motivo gráfico integrador para la portada fue otro reto. Una vez
elegido el título, Living Voices / Voces Vivas / Voix Vives, me correspondió
diseñar un concepto visual para la portada y la contraportada que abarcara la
globalidad, el planeta, y que también hiciera un guiño a la República
Dominicana, ya que la idea de este hito entre los festivales poéticos del mundo
se generó aquí. Por eso integré la estatua de Fray Antón de Montesino, quien
aparece clamando justicia, con un mapamundi siluetado en diferentes gamas de
azules.
El esfuerzo de elaborar una antología poética de una veintena de poetas,
bien cuidada y con buena factura, es ya un reto ciclópeo. Cuando se trata de
una antología de varios centenares de poetas, en textos escritos en una
veintena de lenguas, ilustrada, fue sencillamente un atrevimiento.
Afortunadamente, como ustedes pueden apreciar, no morimos en el intento.