Thelma Leonor, Fernando Cabrera, Danilo Medina, Oscar Holguin Veras y Johnny Guerrero |
El Ministerio de Cultura no ha pegado una en
Santiago de los Caballeros. Su dependencia regional por tres años ha sido
totalmente inoperante. Sin una política cultural definida y sin una acción
programática constatable —salvo uno que otro bien remunerado convite musical
folclórico para beneficios de los propios incumbentes— la Dirección o
Viceministerio (que ni siquiera su estatus organizacional han podido aclarar)
languidece en medio de una ineficiencia fabulosa, arrullada por las brisas y
las aguas del Yaque Dormilón.
Primero agreden a la Alianza Cibaeña retirándola
del presupuesto de las organizaciones sin fines de lucro, luego niegan
patrocinio a Casa de Arte para el
Festival de los Artistas, Arte Vivo, Celebración de la Primavera, para realizar
una versión plagiada en La Romana; luego obligan a renunciar al reconocido
escritor y activista literario Máximo Vega de la Dirección del Centro de la
Cultura, interesado Jochy Sánchez, el director provincial, en asumir el control
total de este centro. Luego ocurre la cancelación de esta misma posición de la
artista, periodista y excelente persona Luisa Rebecca Valentín, la cual se negó
a prestarse a manejos financieros pocos claros, en un escándalo que debió tener
consecuencias jurídicas. El resultado de estas desacertadas acciones es
palpable: la transformación en un elefante blanco, por quiebra absoluta, del
otrora glorioso Centro de la Cultura Ercilia Pepín.
Ahora me he enterado con profundo pesar que la
excelente artista y gestora cultural Thelma Leonor ha puesto su renuncia de la
dirección de la Escuela de Bellas Artes de Santiago de los Caballeros. Como padre de dos hijos que estudian en dicha
institución me siento profundamente preocupado, toda vez que conozco del
compromiso, la entereza moral de esta hermosa artistas, admirable gestora y
responsable profesional graduada de administración: la cual, con una gestión
sumamente eficiente y comprometida, consiguió crear expectativas en personas
escépticas como yo, renuentes a utilizar los usualmente deplorables servicios
estatales.
Hasta ahora Thelma Leonor es la más relumbrante
luz, sino la única, en el escenario cultural gubernamental santiaguero. Por
ocho años se ha echado sobre sus hombros una institución quebrada y la ha hecho
florecer. Son conocidas sus luchas por habilitar, con apenas algún recurso
institucional, las aulas de clase y por crear espacios adicionales dignos;
contagioso ha sido su afán por subir el nivel académico de los profesores y
comprometerlos hasta crear una dinámica anual de graduaciones y de espectáculos
que llena de satisfacción a parientes y relacionados; también ha sido heroica
su lucha para evitar que los mismos pordioseros políticos de siempre —en este
caso una señora reformista de antaño—, se hiciera con el patrimonio que
representa el paradisíaco solar en que se encuentra situada la Escuela de
Bellas Artes. La encopetada balaguerista, con un problemático título de tierra,
afanó hasta la saciedad para quedarse con casi la mitad del terreno de la
escuela, pero fracasó gracias al temple de Thelma que logró concitar la
atención pública nacional. Luego ha sido admirable la discreta actitud de
responsable apoyo de Thelma a la lucha librada por los padres de alumnos de la
Escuela para conseguir mejores condiciones de trabajo para los profesores, los
cuales desempeñan su trabajo con dignidad, pese a los salarios ridículos y las
pobres condiciones de instrumentos y materiales de las que disponen.
Dado que me consta que tanto a Máximo Vega como a
Luisa Rebbeca Valentín, el director regional del Ministerio de Cultura,
actuando como espada los puso contra la pared para que renunciaran, no me cabe
la menor duda de que está utilizando la misma estrategia con Thelma. El maestro
Sánchez piensa, con ingenuidad que de esa forma no sentirá las necesarias
consecuencias sociales de su desafortunada gestión. Es lastimosa la estela de interés de lucro —y
no de servicio a la cultura de la región del Cibao— que va quedando.
También me he enterado de las intenciones de crear
una especie de negocio de tabaco, ron, música y comida, en uno de los niveles
del Monumento a la Restauración de Santiago, para lo cual, según rumores, se ha
comenzado con la “renuncia” o cancelación del pintor y gestor Tony Saint Hilaire,
quien viene desempeñándose en ese puesto desde hace más de una década. Saint Hilaire tiene el mérito innegable de mantener una imagen pulcra y familiar de este
entorno vital para los santiagueros. De ser cierta la intención de explotación
comercial de los interiores del Monumento y la “renuncia” de Santiler, las
instituciones, los líderes, y el santiaguero común debemos preocuparnos
seriamente y empezar a pedir cuentas.
En fin, dado este contexto de intrigas y
desaciertos, es natural que yo no crea en la renuncia de Thelma Leonor y, sobre
todo, que no la acepte. Thelma Leonor es la funcionaria que ha dado la cara por
la cultura de Santiago. Me consta que fue de las personas que brindo apoyo Danilo Medina antes de ser
Presidente de la República, al solidarizarse con los que ingenuamente
organizamos aquel primer encuentro del entonces
candidato con las personas ligada a la gestión cultural; evento organizado por
Casa de Arte, Ateneo Amantes de la Luz en los centenarios salones de la Alianza
Cibaeña, el 9 de diciembre de 2010, y al cual no asistieron ni José Antonio
Rodríguez ni Jochy Sánchez, que en esos momentos andaban por otros rumbos.
No creo en la renuncia de Thelma, y tampoco la
acepto, porque de hacerlo sé que Santiago estaría perdiendo algo valioso. Su espíritu indomable, su seriedad a toda
prueba, su conocimiento gerencial, su experiencia cultural y su trayectoria sin
tacha aliada a los mejores intereses de los estudiantes, los profesores y la
Escuela de Bellas Artes, han estado creando mucha roncha y envidia en los
burócratas oportunistas.
Insisto, no creo en la renuncia de Thelma Leonor,
tampoco la acepto. De ser removida Thelma de la dirección de la Escuela de
Bellas Artes, como parece ser la intención oficial, pensaré seriamente en retirar
a mis hijos de esta escuela, y estoy seguro que así lo harán los padres que se
pusieron en pie de lucha en favor de los profesores. Espero que los mismos profesores rechacen la
intención del Ministro de Cultura y el Director Regional que con esto procuran
debilitar su lucha por mejores condiciones laborales.
Pero sobre todo espero que, de acontecer este
desacierto y los encumbrados funcionarios hagan efectiva la salida de Thelma
Leonor de la Dirección De la Escuela de Bellas Artes de Santiago, los gestores,
artistas y relacionados de la Escuela, que la conocen y valoran su gestión, por
lo menos ponderen bien su voto en las próximas elecciones presidenciales,
congrensuales y municipales, a fin de no beneficiar a aquellos que, en vez de
apoyar, perjudican a quienes realizan su trabajo con honestidad y eficiencia.