miércoles, 27 de noviembre de 2024

Invisible: alegorías visuales neobarrocas

Exposición Invisible

Por Fernando Cabrera

Invisible. Nunca mejor palabra para nombrar lo que se intuye. Ese vocablo asegura que algo está, pero que, más allá de la seguridad del roce, inspira sospecha por su condición de inasible e inalcanzable. Nos hace intuir aquello que sin duda existe, impregna, acaricia y también hiere, aunque jamás es percibido por los ojos. Habla de ausencia y presencia. De lo que es y no es, pero no deja indiferente.

Gina Rodríguez estuvo así, invisible, hasta su llamada, aunque sabía que persistía en perseguir unicornios y sueños de colores, contagiando su capacidad de asombro. Me sorprendió su invitación, pero accedí a respaldar su esfuerzo por conquistar la sensibilidad de una sociedad que suele ser indiferente. Así que el 16 de julio acudí al Museo de Arte Contemporáneo para contemplar los nuevos frutos de su febril imaginación y dejarme atrapar por el vendaval en espiral de su abigarrado discurso. Vi sus obras en absoluta soledad. En fin, aquí están las palabras prometidas, en las que abordo su paradoja de visibilizar creativamente lo invisible.

Misterio insondable del Ser

En “Misterio insondable del ser”, primera obra observada, se entremezclan superficies terrosas y planos de materia superpuesta en mosaicos de luces degradadas. Altos y bajos relieves sirven de soportes combinados de una vertiginosa espiral que alegoriza el paso del tiempo a través de la infinitud del universo. En tanto, “Infalible destino”, la obra situada al lado, muestra una agresiva tridimensionalidad metálica que delimita unos ojos impasibles. La obra nos hace evocar la escena de violencia y resignación con la que Buñuel y Dalí iniciaron Un perro andaluz. El cinéfilo jamás olvidará su estupor al ver cómo un ojo amado es atravesado por una navaja. Quien mire este cuadro tampoco olvidará unos dientes metálicos que parecen estar ahí para atraparnos en una crueldad inevitable. En esta obra, la materia atrapada en su finitud nos advierte sobre el destino inexorable de la muerte.

Infalible destino

“Isla metálica” presenta un profundo contraste de materiales, especialmente piedras y arenisca. En el centro, una luz de blanco puro representa una isla rodeada de tierra. Quizá todo lo pintado alegoriza el sinsentido de la existencia o, mejor aún, constituye un grito por la conciencia de existir en un universo absurdo. 

Isla metálica

“Voces de lo invisible”, obra casi homónima de la exposición, plantea un rompecabezas, aquel juego infantil que se usa para adivinar palabras. Se trata de superficies engrapadas, cubiertas de miradas, espirales y presencias fantasmales que aspiran a lo esencial, que muestran cosas por resolver y que, sin importar si se mueven o no las piezas, no llevarán a un conocimiento real, sino a dudas, expectativas, aspectos por solucionar y cosas que la divinidad, con su capacidad de estar en todas partes y en todos los tiempos, acaso pudiera organizar adecuadamente si así lo quisiera.

Voces de lo invisible

“Jaque al Caribe”, con planos romboides espejeados a partir de una mancha naranja intensa muestra los rasgos étnicos tripartitos preponderantes, el mestizaje característico de este archipiélago cantado por Pedro Mir. 

Jaque al Caribe

Este tema se evoca nuevamente en “Dimensiones ancestrales del Caribe”, donde, sobre un terroso fondo metálico, cuatro círculos cinéticos muestran perspectivas distintas, quizá como alegoría de la diversidad y el sincretismo de nuestras islas. 



Junto a estos atisbos de identidad, se exhibe “Prepara la maleta”, compuesta por maletas de diferentes dimensiones, planas y tridimensionales, que simbolizan aspiraciones a una vida mejor, cercanas al primer mundo. Hay maletas que han salido del marco y que invitan a partir hacia alguna parte, aun sin la certeza de que lo que espera es mejor.

Prepara la maleta

Con la intención de situar a los seres en su espacialidad, en la cárcel que son las dimensiones, obras como “Todos a la vez en todas partes”, proponen ventanas planas, pero tridimensionalmente abiertas, incluso con sombras proyectadas en la pared a partir de las luces colocadas en el montaje museográfico. 

Todos a la vez en todas partes

De forma similar, en “El muro, una parte del todo” se muestra un ladrillo dentro de una pared, dentro de un cuadrado enmarcado por otro cuadro y así hasta el infinito. Hay ojos por doquier, espirales que son ojos y viceversa. Por primera vez, aparecen manchas verdosas que recuerdan la naturaleza vegetal en medio de tanta tierra, del polvo de estrellas del que estamos hechos. 

Una parte del todo

En igual tónica, en “Aguas efímeras de lo irremediablemente eterno”, definida por un borde ovalado de cartón sobre un marco negro cuadrado, abundan las perforaciones. Unas circulares como pupilas, son negras y llenas; algunas transparentes y otras volumétricas, hechas con fibras de madera o plásticos, donde se asienta el vacío, el tiempo o el agua primigenia y sapiencial. Son veinticinco ojos seriados expuestos en un metro cuadrado de cotidianidad.

Aguas efímeras de lo irremediable eterno 

En esta exposición, es evidente la intención de acercar la creación visual al lenguaje de la poesía, pues los títulos apelan a la figuración verbal, a versos que, como los de Manuel de Cabral o José Mármol, hacen pensar. En este sentido, “Negro tras la oreja”, que rememora las décimas espinelas escritas por Juan Antonio Alix en 1880, propone trazos verticales que evocan las cañas de azúcar cortadas por los esclavos que hicieron obscenamente ricos a los europeos.

Negro tras la oreja

Hay ventanas incomunicadas por doquier, en una arriesgada composición en la que, en el centro, aparece una gran oreja tridimensional sobre una pupila acuosa, quizá pletórica de sudor y lágrimas. Otra vinculación entre palabra y pintura se encuentra en la obra Yelidá, homónima del poemario de Tomás Hernández Franco, en ventanas en las que se bocetan rostros mulatos son delineadas con diferentes grafías y letras. Se trata de una Yelidá infinita en su mestizaje, cuyo vientre alberga un origen singular. Lejos de los prejuicios asociados al semen europeo y al óvulo africano, y más allá de la supremacía blanca y negra, surge otra aún más determinante: la resultante de la combinación de lo mejor de ambas. Otra pintura con aroma literario es “Macondo” donde una grafía de trazos sueltos y materias abigarradas nos remite al imaginario selvático y amazónico de Márquez.

Yelidá

El cuadro “El eterno retorno de las cosas” presenta una espiral estructurada que alegoriza la esencia mulata. Perfila un laberinto que sugiere una historia cíclica. Hay muchas interrogantes en estos discursos visuales, algunas relacionadas con la esclavitud, la explotación y, tal vez, el neocolonialismo. Lo identitario también emerge en el uso del término criollo “brechador”, que da nombre a una de las obras. Esta tiene un aspecto peculiar que alcanza lo ontológico. A nivel visual, destaca una estrella sobre una tela segmentada y acuchillada, acaso como grafía característica de la agresividad del presente. ¿Qué muestra de forma disimulada en esta composición? Pues la eternidad. La paleta de colores sigue siendo ocre, pero ahora con una marcada persistencia del naranja y otros tonos rojizos que no transmiten paz, sino asedio.

“Espiral sagrada” contiene un espacio vacío que, paradójicamente, está atiborrado de intensa materia oscura, nebulosas y espirales galácticas. Muestra la desintegración, el regreso al origen o la expansión tras el Big Bang, o todas ellas a la vez: la energía explosiva de las estrellas fluye. Con igual desacralización, en La divina indiferencia emerge un plano cósmico oscuro donde una sustancia orgánica fluye como un gusano en oasis poblados de significados, representada con pinceladas agresivas que hacen que el material acartonado se hinche y se hunda, tal vez en representación de la curvatura del espacio-tiempo intuida por Albert Einstein.

Espiral sagrada

En “Infinito coraje”, una serpiente se dobla sobre sí misma y se traga la cola. Hay mucha materia: arcilla, papel de traza, cartón. Se utilizan los mismos colores terrosos y el negro se aplica con total libertad. Este catártico arrastre es, quizá, el del individuo atrapado en un espacio y una vida que nunca pidió. “Fibonasis” da testimonio de la investigación hecha por la artista. Obviamente, ella es consciente de la magia de la composición que nos ha legado la naturaleza, esa clave que se encuentra en las caracolas y que resuena en todas partes. Esta vez, la naturaleza plasmada es sombría, pues alude a la conciencia de la propia existencia, presa del dolor y el temor por un triste futuro.

Fibonasis

“Cámara de la vida” es una pieza extraña. Muestra una suerte de rostro alienígena en el que un tercer ojo actúa como portal a dimensiones desconocidas. Complementa la composición una vieja cámara de alimentación cilíndrica, de las que alimentaban nuestra fantasía infantil, colocada fuera de contexto. El conjunto evoca una erupción de sangre, estrellas, nebulosas, gases y ojos que miran al infinito. Una gran espiral muestra la presencia y la ausencia humanas. Hay vida latente y muerte silenciosa. En definitiva, lo infalible reina en ella, siempre en un tono angustioso y terrible.

La cámara de la vida

Aunque la mayoría son abstractas, también hay obras con figuraciones realistas, expresionistas. Es el caso de “Un corazón tendido al sol”, cuyo centro lo ocupa un relieve de cajas contiguas, una de las cuales contiene un corazón escultórico.

Un corazón tendido al sol

En “El patio del tiempo” destacan gavetas seriadas llenas de todo lo inimaginable. Una huella sobre el lodo refleja la humanidad. La obra“Timbí de emociones”, perfilada por tiras incrustadas sobre una tela, presenta una naturaleza similar.

El patio del tiempo

Hay obras que son instalaciones en sí mismas, como “La permanencia de las pequeñas cosas”, formadas por acumulaciones de cuadros rectangulares y planos de colores superpuestos que van desde los marrones hasta el bermellón y el dorado. Pululan figuras geométricas horadadas en la tela, a veces en superficies acartonadas, ventanas que invitan al espectador a tocar y abrir. En ellas se pueden encontrar espirales y estrellas simbólicas que remiten a posibles génesis y cosmologías, no solo judeocristianas, sino también de otras religiones y herejías orientalistas.

La permanencia de las pequeñas cosas

A menudo, los marcos no enmarcan nada. Esto es evidente en la obra titulada “El metro cuadrado de la intuición”, en la que el recuadro, mucho más amplio, sirve para sujetar no solo la propuesta pictórica sobre cartón, sino también los libros perforados que hay delante y detrás del entramado. En esta ocasión, el marco también delimita un vacío que puede ser un útero que, paradójicamente, como los hoyos negros galácticos, contiene el germen de la restauración del universo.

El metro cuadrado de necesidad

Cada cuadro está lleno de detalles que incitan a formular preguntas cuya respuesta es difícil o imposible. Si algo abruma en la exposición es esa persistencia cromática terrosa que tortuosamente aspira a lo monocromático.

En definitiva, la exposición Invisible contiene un universo abigarrado, saturado y neobarroco. Ha supuesto muchos riesgos, tanto conceptuales como de realización. Sus propuestas, logradas y maduras, son testimonio de la notable evolución de la destacada artista santiaguera.



Nota
Esta exposición estará abierta al público hasta el final del 2024, en el Palacio Consistorial, Dirección de Cultura de Santiago de los Caballeros.

domingo, 10 de noviembre de 2024

De Babel a Santiago: el arte de antologar poesía en una multitud de lenguas

Ana Svethania Gómez
Diseñadora de la Antología "Livin Voices / Voces Vivas/ Voix Vives"

Por Ana Svethania Gómes


El trabajo editorial consiste en aterrizar las ideas, no siempre claras, de un autor. Además, debe mediar entre las rigideces de los correctores de estilo que aspiran a textos perfectos, pero según sus propias expectativas, que no tienen por qué coincidir con las de la lengua, que siempre es más natural y maleable. Al mismo tiempo, hay que cumplir plazos imposibles, impuestos por las editoriales o, en muchos casos, por las caprichosas exigencias de autores que siempre entregan tarde trabajos que luego remiten muchas veces como definitivos.

Ana Svethania Gómez diserta en la Feria Internacional del libro Santo Domingo 2024

Lo más difícil es, pues, saber qué es lo que se quiere antes de empezar. Como podrán imaginar, en un proyecto sin precedentes como lo fue la primera versión del Festival del Día Internacional de la Poesía, lo menos que se sabía era adónde iba a parar aquello. Por suerte, la idea de compilar y registrar en un libro la experiencia de más de cuatrocientos poetas de todas partes del mundo y de distintas lenguas fue un subproducto. Resultó de la extraordinaria acogida que tuvo el evento y de la ilusión con la que quedaron tanto los organizadores como los participantes.

Lo primero fue contactar con los poetas que participaron en la jornada de 24 horas de lecturas corridas. No tuvimos la previsión de solicitar los poemas por escrito, las fotografías ni los datos biográficos. Y luego, al solicitarlos, cometimos el error de recibirlos a través de Wetransfer, una excelente plataforma, pero con periodo de recuperación de solo una semana. Como el proceso editorial llevó tres meses, cuando fuimos a procurar esos archivos ya no estaban. Así que tuvimos que contactar con los autores para que los reenviaran.

Dado el inusual volumen de poetas que teníamos que compilar, creamos carpetas por países y, luego, por poetas para almacenar los archivos recibidos. Trabajamos con una hoja de Excel en la que organizamos a los poetas por el primer nombre, que fue el criterio que utilizamos para el índice. El problema es que, como los poetas nos los enviaron en fechas diferentes y, además del correo del festival, también nos los enviaron personalmente a nuestros correos, fue un reto mantener actualizada esta lista para que no se quedara nadie fuera. Lo cual milagrosamente logramos, salvo por un par de poetas, porque siempre hay una excepción a la regla.

Fueron arduos meses de contactos para que enviaran poemas cortos, pero suficientes, para llenar un máximo de dos páginas. Con los poetas cuyas lenguas eran los idiomas oficiales, es decir, el español, el inglés y el francés, fue relativamente fácil, aunque debimos insistir en el número de palabras, que en muchas ocasiones excedían el espacio disponible. Aceptamos poemas en cualquiera de las lenguas nativas, pero insistíamos en estos casos en que los acompañaran con una traducción a los idiomas oficiales ya mencionados.

José Mármol, introduce el coloquio "De Babel a Santiago"


Nos encontramos con una dificultad inesperada a la hora de conseguir fotos de calidad razonable de los poetas. Imágenes de muy baja resolución, mal encuadradas, formatos ilegibles o de desconocidos, hicieron que tuviésemos que interactuar más de lo razonable, teniendo en cuenta que muchos de los participantes residían en países con un nivel tecnológico incipiente, en los que incluso podían escasear los teléfonos móviles con cámaras adecuadas. Todo ello, al margen de que, en algunos casos, las situaciones económicas y políticas impedían incluso gestionar una fotografía adecuada.

Este simple aspecto hizo que tuviésemos que dedicar muchas horas a retocar en Photoshop muchas de las imágenes recibidas para que tuviesen un nivel visual aceptable.  No, no hicimos que nadie pareciera más guapo. Quienes aspiraban a una imagen seductora o artística recurrieron a fotógrafos profesionales, como mis tres compañeros de coloquios aquí presentes.

Unificar y estandarizar los datos de los autores fue todo un reto. Les pedimos un currículo breve, de un máximo de 65 palabras, para colocar debajo de las fotos. Fuimos unos ilusos. Pocos enviaron hojas de vida cortas. Por el contrario, lo habitual fue recibir varias páginas con un currículo detallado que incluía estudios, instituciones relacionadas, obras publicadas, títulos de ponencias y ensayos humanísticos y científicos, participaciones en eventos, premios y menciones recibidas. En fin, que Rei Berroa tuvo que dedicarse a resumir aquellos currículos, con el temor de que algún autor se enfadara por no haber incluido algún dato que considerara imprescindible.

Elegir el formato adecuado que cumpliera con los requisitos de bueno, barato y bonito fue un ejercicio agotador. No lo logramos con los ejemplares impresos. Previendo esto, desde el principio, establecimos que las versiones principales serían digitales, por lo cual generamos las artes finales en PDF y en otros formatos que compartimos de manera gratuita. Para los volúmenes impresos, empezamos con un formato de 6 x 4 que nos garantizaba un costo unitario de alrededor de 400 pesos. Sin embargo, por exigencia del material (fotos, currículos y poemas), tuvimos que evaluar otras posibilidades que fueron aumentando paulatinamente el costo de producción del libro de forma exponencial. Al encontrar el tamaño ideal desde el punto de vista estético y también práctico, llegamos a las dimensiones de 10x10 pulgadas, que nos costaron 1600 pesos por ejemplar, pues nos decidimos por una edición de lujo, a todo color, con hojas satinadas. Un libro precioso. Los primeros 20 ejemplares se imprimieron por ese precio. Sin embargo, cuando conseguimos que nos financiaran 50 ejemplares más, la impresora nos dijo que hubo un error en la cotización anterior y que, al ser impresión digital en ese tamaño peculiar, cada libro costaría tres veces más. En fin, esa es la explicación por la cual no se imprimieron más ejemplares.



Esta es la parte que justifica la referencia a Babel en el título de mi participación. Al incorporar textos en lenguas como el mandarín, el hindi y el árabe, entre otras muchas que recibimos desde Oriente y África, me encontré con la dificultad de que las plataformas de diseño de productos de Adobe, especialmente InDesign e Illustrator, en la versión que tengo, no ofrecían soporte para muchos de los caracteres. Por eso, tuvimos que utilizar otros manejadores de textos e imágenes; en este caso, nos ayudó mucho Microsoft Office, que sí disponía de las fuentes de letras adecuadas.  Los poemas los generamos en estas lenguas en formato PDF y luego los incorporamos como imágenes en InDesign, donde estábamos realizando la diagramación y los artes de impresión.


Elegir un motivo gráfico integrador para la portada fue otro reto. Una vez elegido el título, Living Voices / Voces Vivas / Voix Vives, me correspondió diseñar un concepto visual para la portada y la contraportada que abarcara la globalidad, el planeta, y que también hiciera un guiño a la República Dominicana, ya que la idea de este hito entre los festivales poéticos del mundo se generó aquí. Por eso integré la estatua de Fray Antón de Montesino, quien aparece clamando justicia, con un mapamundi siluetado en diferentes gamas de azules.

El esfuerzo de elaborar una antología poética de una veintena de poetas, bien cuidada y con buena factura, es ya un reto ciclópeo. Cuando se trata de una antología de varios centenares de poetas, en textos escritos en una veintena de lenguas, ilustrada, fue sencillamente un atrevimiento. Afortunadamente, como ustedes pueden apreciar, no morimos en el intento.





lunes, 4 de noviembre de 2024

Coloquio: “Poesía sin fronteras, en el Festival del Día Mundial de la Poesía”




XXVI FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO SANTO DOMINGO 2024

Coloquio: “Poesía sin fronteras, Festival del Día Mundial de la Poesía”.


 Expositores: 

“Poesía del mundo” (Rei Berroa);

“Literatura sin fronteras” (Fernando Cabrera);

“De Babel a Santiago: el arte de antologar poesía en multitud de lenguas” (Ana Svethania Gómez).

 Moderador: José Mármol.

 

Viernes 8 de noviembre, 5:00 p. m.

Pabellón de Animación a la Lectura y la Escritura (auditorio del Museo de Historia Natural).