viernes, 27 de diciembre de 2013

Fernando Ureña Rib, pintor, poeta y amigo... ¡Hasta siempre!

Fernando Ureña Rib, Pintor y Poeta
 
¡Qué terrible —más por inesperada—la partida del excelente artista y mejor ser humano, Fernando Ureña Rib!

¡Por Dios…! ¡Cuánta belleza nos legó, y cuánta aún prometida en bocetos de dibujos y poemas!

Seguro, en su viaje hacia la luz, le acompañan los bellísimos personajes creados por su fértil imaginación...
 
Descansa en paz, amigo...

martes, 3 de diciembre de 2013

Un Arte Vivo 2013 exitoso

Rafael Almánzar, Fernando Cabrera, Rosy Garcia y Fausto Rey
Comparto con ustedes esta referencia periodística que da cuenta del positivo resultado de la XVI versión de Arte Vivo, El festival de los artistas. Este festival se realiza en primavera, pero esta vez se ha realizado en otoño para conmemorar los 30 años de Casa de Arte, institución que lo acoge desde 1987.  Agradezco el respaldo del equipo de coordinación mencionado en el artículo periodístico.
 
Agrego nombres de personas igualmente importantes y comprometidas: Rafelito Mirabal, director musical del Festival; Dionisio Peralta, coordinador de Artes Visuales; Luisa Rebecca Valentín, coordinadora de Letras; Maribel, Yudit y Luly, Flora y Bircam, todos vitals en el soporte operativo.
 
¡UN ARTEVIVO EXITOSO! por Felix Breton, La Información, 3 Diciembre de 2013.
"SANTIAGO.-Pese a que encontró poco respaldo de parte de las instituciones que se supone están para apoyar el arte y la cultura, Arte Vivo en su vigésima-quinta  versión pudo celebrarse con éxito, siendo el principal atractivo, en esta oportunidad, la actuación “a casa llena” del Niche  Fausto Rey, el jueves pasado.
  
 El público acudió noche tras noche para brindar calor a esta institución, que es una de las más sólidas de esta ciudad y la región, la cual en noviembre también aprovechó para celebrar el trigésimo aniversario de su fundación.
   
Los directivos de Casa de Arte, encabezados por Rosa Idalia García, Fernando Cabrera y Rafael Almánzar, dijeron sentirse satisfechos por el respaldo que siempre han brindado de parte de los distintos sectores santiagueros.
   
La otra cara de la moneda, sin embargo, fue el poco respaldo recibido para esta versión de Artevivo, al extremo de que las actividades pudieron desarrollarse “porque varios amigos nuestros nos metieron la mano económicamente”, dijo Fernando Cabrera , actual ejecutivo y uno de los fundadores de la entidad.
   
El Ministerio de Cultura, presidido por José Antonio Rodriguez,  ni siquiera una felicitación hizo llegar a los directivos de Casa de Arte, lo que ha resultado chocante porque se supone que la institución está para estimular y apoyar este tipo de trabajo.
   
Pero, aún así, Artevivo pudo llevarse a cabo y todas las actividades programadas contaron con público. Sobresalió, en esta ocasión la actuación del “Niche” Fausto Rey, quien demostró que, a pesar de los años de ausencia, sigue todavía  siendo “un rey” en el país.
  
 El pasado jueves 28 de noviembre las instalaciones de Casa de Arte fueron tomadas en su totalidad por jóvenes y no tan jóvenes que no quisieron perderse de la  presentación de este vocalista, que fue el principal atractivo del programa en este 2013.
   
Esa noche, primero, subió al escenario una juvenil cantante santiaguera que se identifica como Pamela. Con su “look” moderno, se pensó que los temas que interpretaría serían de música de calle.
  
 Sin embargo, la muchacha sorprendió en el escenario al cantar, baladas modernas y cerrar su actuación con “Ojala",  de Silvio Rodríguez, pero que Sonia Margarita Silvestre dio a conocer ampliamente en el país con su potente voz.
   
Pamela, que no tiene mucho tiempo en el medio, presentó buenas credenciales ya que el público asistente esa noche a Casa de Arte  la despidió reclamando “otra, otra”, aunque al parecer por el tiempo, no pudo complacerlo.
   
A los pocos minutos hizo su aparición  Fausto Rey, quien recibió una entusiasta bienvenida a pesar de que hacía dos años que no actuaba en Santiago, según confesó luego a los periodistas de LA INFORMACION y  Trinchera (http.//enmitincheradelucha.wordpress.com) que lo entrevistaron.
   
Fausto se sintió “feliz de la vida” por la calurosa acogida y, además, por el homenaje que le hizo Casa de Arte. Rosa Idalia García, Fernando Cabrera y Rafael Almánzar le entregaron un reconocimiento por su carrera artística de toda una vida.
  
 Ese fue el principal atractivo y la noche que hubo mayor participación de público.

Cerró el sábado

Otras actividades, sin embargo, estuvieron celebrándose hasta el pasado sábado,entre las que se cuentan una jornada de escuelas de artes de Santiago, un concierto con el Orfeón que dirige el reverendo César Hilario, una descarga musical vanguardista y una colectiva de artistas visuales, con la participación de una delegación de artistas plásticos de la hermana República de Venezuela.
   
También incluyó el sábado un chiqui-vivo  con grupos folclóricos juveniles, escuelas de títeres y un taller de origami. Por igual, hubo “un folclor-vivo” con el Sol en la Sangre, la presentación del poemario de José Luis Vega, de Puerto Rico.
   
En esta actividad, que tuvo como escenario el Gran Teatro del Cibao  y  fue organizado por la Acadamia Dominicana de la Lengua, Ateneo Insular y el Gran Teatro del Cibao, participaron los intelectuales Fernando Cabrera, José Enrique García, Bruno Rosario Candelier y José Luis Vega.
   
En el cierre hubo un recital de voceros del trópico con la intervención  de José Mármol, José Luis Vega, José Rafael Lantigua, Pedro José Gris y Carmen Pérez Valerio, entre otros, mientras que concierto Vereda Tropical sirvió como colofón a la jornada el sábado por la noche con una constelación de artistas de diversos géneros en el escenario.

Satisfechos

El trabajo,que abarcó dos semanas, fue agotador pero al final, confesó el profesor Rafael Almánzar, director ejecutivo de Casa de Arte, queda la satisfacción del deber cumplido.  “Ninguna actividad nos fracasó por falta de público y eso sirve nos sirve de aliento para continuar adelante”,  dijo Almánzar, quien cargó sobre sus hombros con la coordinación y ejecución de la mayoría de actividades programadas.
   
Fernando Cabrera, ideólogo de Arte Vivo, es otro que también se siente complacido. “Arañamos los recursos, apelamos a los amigos y pudimos salir adelante pues el programa lo cumplimos a cabalidad”,  expuso este intelectual y escritor santiaguero quien estuvo bastante activo durante estos días.
   
Fernando ratificó, al final, que Casa de Arte -como templo cultural de Santiago y el país-, mantendrá sus puertas abiertas con todas y las limitaciones, y que  las actividades, aunque más reducidas, continuarán durante lo que resta de este del 2013 mientras que, desde ya, se programan otras para los primeros meses del 2014."


http://www.lainformacion.com.do/noticias/mirador/13988/un- …“artevivo”-con-precariedades-pero-exitoso

lunes, 2 de diciembre de 2013

FAUSTO, REY PARA SIEMPRE


Fausto Rey en Arte Vivo 2013

 

"La primavera ha pasado, quien sabe la vida comience así.

Amor que viene del viento se va para siempre y no vuelve más!

 
Fausto Rey es el intérprete dominicano con mayor definición en su estilo interpretativo. Cierto, canta baladas y boleros, pero lo hace con unos registros altos y bajos, con acentos a contrapuntos, con improvisaciones, con histrionismo, con una fluidez armónica comparable sólo con las grandes figuras del jazz. Su voz, su manejo del escenario, su empatía con el público.... ¡Cuántos atributos juntos en un artistas!...

¡Dominicanos, es tiempo de afinar el oído, y volver a Fausto!

Nota: Esto lo escribí escuchando a "Lisa ya no eres tú" y repitiéndo esa canción hasta que ¡Lisa nueva vez sea!.
 
En el link, el objeto del deseo:

http://www.youtube.com/watch?v=AaE0LLkBuos



 
Foto tomada por Raymond Marrero el 28 de noviembre en Artevivo, Casa de Arte.

martes, 26 de noviembre de 2013

ARTE VIVO 2013, EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE LOS ARTISTAS

Arte Vivo, Festival Internacional de los Artistas
Fundado en 1987 y dirigido por Fernando Cabrera.
La XVI version se celebra del 25 al 30 de noviembre de 2013
Santiago de los Caballeros, República Dominicana
NOTA DE PRENSA
MOTIVACIÓN DE ARTE VIVO

Arte Vivo o Artevivo, da igual. En todas las grafías es utópica fiesta del espíritu que crece en sí misma, su celebrar fabuloso muestra que no hay límites para la imaginación.  Esta que es la mayor expresión de creación estética, en las últimas dos décadas desborda el recipiente que lo contiene, la isla, para alcanzar con su ritmo apabullante a todo el Caribe. Artevivo se ha expandido sin dispersarse, puesto que recoge la misma identidad, el mismo sincretismo, el mismo retumbante corazón. No de un artista, sino de todos los artistas es Arte Vivo. Desde el 21 de marzo de 1987, quince entregas suicidas se han realizado. Con savia de marginalidad y pasión, con sobrado genio y apenas con recursos para materiales, los desheredados, ajenos a bullicios o vedetismo, se consagran a la expresión espontánea de la interioridad del ser. 

Este festival fue fundado el 21 de marzo de 1987, por el Colectivo de Artistas de Santiago, también conocido como “Grupo Ideas” bajo el liderazgo de Fernando Cabrera, quien ha presidido todas sus versiones. Con 15 versiones realizadas, este evento ha recibido delegaciones de Puerto Rico, Cuba y Haití, Estados Unidos, Francia y Suiza.  Entre sus invitados especiales destacan grandes figuras internacionales como: el maestro Jhonny Pacheco, los cantautores cubanos Pablo Milanés, y Amaury Pérez, los artistas puertorriqueños Danny Rivera y el grupo Mapeyé, y el escritor haitiano Frankettiene. 

Los coordinadores de la presente versión son: Rosa Idalia García de Batista (Presidenta de Casa de Arte), Rafael Almánzar, Director ejecutivo, Raquel Pichardo (Administradora), Rafelito Mirabal (Director Musical), Luisa Rebecca Valentín (Coordinadora de Relaciones Públicas y Literatura), Eusebio Vidal y Dionisio Peralta (Encargados de Artes Visuales), Luis Córdova (Encargado de Relaciones Institucionales), Ana Svethania Gómez (Diseño Gráfico), Maribel Sánchez, Judith Hernández y Dania Martínez (Coordinadoras operativas),

Para Dagoberto Tejada, en su libro “Libro Guía de las festividades de la cultura popular dominicana y símbolos nacionales”, este festival artístico: “[…] constituye el evento más completo y trascendentes de todos los festivales que se celebran en el país. //Charlas, cursos, talleres, presentaciones artísticas, folklóricas, muestras de artes plásticas, de música, de danza, de canto, exposiciones de libros, afiches, pinturas, esculturas, etc. se realizan y presentan en este festival cuyos escenarios son las calles, los parques, las plazas y los barrios de Santiago de los Caballeros. ¡Durante esos días Santiago se convierte en la capital de la cultura popular del país!”.

CASA DE ARTE, 30 ANIVERSARIO

Casa de Arte, Inc. es una institución cultural, fundada en 1983 por destacados artistas santiagueros, con la finalidad de fortalecer un espacio cultural nuevo y plural dedicado especialmente a los creadores más jóvenes artistas e intelectuales en formación. A lo largo de estos 30 años de trabajo  ha obtenido el reconocimiento de todos los sectores de la sociedad Santiaguera; tomándose su nuestra dinámica de gestión y animación como modelo por  organismos nacionales e internacionales. Nuestra agenda mensual de actividades oferta al público una amplia propuesta que abarcan la promoción de las diferentes manifestaciones artísticas: presentaciones teatrales, exposiciones de artes plásticas, música, folklore, proyecciones cinematográficas, conferencias, paneles, conversatorios, presentaciones bibliográficas, tertulias sobre temas relacionadas con el arte nacional y universal e intercambios culturales con instituciones afines de todo el mundo.

PATROCINADORES

Esta XVI versión del  Festival Internacional de los Artistas, Arte Vivo, es realizado con el generoso respaldo económico del Banco Popular Dominicano, El Instituto Dominicano de Telecomunicaciones (INDOTEL), Pintura Tucán, Casa de Arte, Inc., y los artistas participantes.

PROGRAMA DE ACTIVIDADES

LUNES 25

5.00 p.m., salón Audiovisuales, Casa de Arte

ACTO DE APERTURA OFICIAL ARTEVIVO 2013
Entrega de material promocional a la Prensa,

 
6.30 p.m., Patio Español, Casa de Arte                  

JORNADA UNIVERSITARIA EN HOMENAJA A LAS HERMANAS MIRABAL
En el día Internacional de la no violencia contra la mujer. Con grupos artísticos de las universidades: PUCMM, UTESA, CURSA-UASD, O&M y UAPA

 
MARTES 26

Todo el día, diferentes plazas, parques y lugares públicos

MERENGUE, NUESTRA CÉDULA DE IDENTIDAD

Día nacional del merengue visitas a instituciones culturales, educativas, de de la ciudad al ritmo de acordeón, tambora, güira y marimba.    

8:00 p.m., Patio Español, Casa de Arte    

SONIDOS DE LOS HIJOS DE DUARTE
Fiesta-concierto con David David y la Banda Suprema, el grupo Tipi-Palo, grupo de palos Los Mellos.

 
MIERCOLES 27
8:00 p.m., Patio Español, Casa de Arte

 
LOS BAILES DE LOS HIJOS DE DUARTE
Grupo de Ballet Folclórico Santiago (Centro de la Cultura Ercilia Pepín), Departamento de danza del Instituto 7 Ramas, Santiago Ballet de danza moderna UTESA.      

JUEVES 28
9:00 p.m., Patio Español, Casa de Arte

FAUSTO REY EN CONCIERTO
Con Pamela como invitada especial del MIRABAR, Acompañado por el Grupo Sistema Temperado, Rafelito Mirabal. (Entrega de reconocimiento Ayuntamiento Municipal de Santiago). 

VIERNES 29
Todo el día, en cada rincón de la Casa

Inicio de colectiva de artistas visuales de la casa (paredes, pisos y techos), empapelamiento y realización de murales frontal y escenario.

4:00 p.m., Patio Español, Casa de Arte                   

JORNADA ESCUELAS DE ARTES
Grupos artísticos de las principales escuelas de arte de Santiago: Escuela de Bellas Artes, Instituto de Cultura y Arte (ICA)


7:00 p.m., Patio Español, Casa de Arte

 CONCIERTO DEL ORFEON DE SANTIAGO, dirigido por Rev. César Hilario       

 8:00 p.m., Benito Monción, frente a Casa de Arte

ADRENALINA, DESCARGA MUSICAL VANGUARDISTA

Bandas musicales e intérpretes de la nueva generación santiaguera.           

SÁBADO 30
Todo el día, en cada rincón de la Casa

Colectiva de artistas visuales de la casa (paredes, pisos y techos), empapelamiento y realización de murales frontal y escenario. Invitados especiales: delegación de artistas plásticos de Venezuela.

10.00 a.m., Patio Español, Casa de Arte

CHIQUI-VIVO, JORNADA INFANTIL
Banda juvenil de la Alcaldía, talleres creativos, pintura, grupos folclóricos infantiles Unánime, ballet Sabor a mi tierra, Escuela El hogar de la Armonía, La casita de Payamín y Escuela de  títeres Tarteum, taller de origami con Andrés Acevedo.

1.00 p.m., Patio Español, Casa de Arte

FOLCLO-VIVO,  CON EL SOL EN LA SANGRE
Grupo de Fusión Musical Concón Quemao, Grupo Son  Santiaguero, Enerolisa Núñez y El Grupo de Salve de Mata los indios, Banda de música de Santiago Rodríguez.

4.00 a.m., Bar Moises Zouain, Gran Teatro Cibao

PRESENTACIÓN POEMARIO DEL JOSÉ LUIS VEGA (Puerto Rico) 

Organizado por  Academia Dominicana de la Lengua y Ateneo Insular Internacional, con la participación de:
  • Fernando Cabrera: La dimensión estética de Sínsoras.
  • José Enrique García: La dimensión simbólica de Sínsoras.
  • Bruno Rosario Candelier: La dimensión metafísica de Sínsoras.
  • José Luis Vega: Testimonio vivencial de mi creación poética.

6:00 a.m., calle Benito Monción, frente a Casa de Arte

TEATRO DE CALLE
Actores de las provincias del Cibao.


7.00 a.m., calle Benito Monción, frente a Casa de Arte

RECITAL VOCES DEL TRÓPICO
José Mármol, José Luis Vega, José Rafael Lantigua, Pedro José Gris, Carmen Pérez Valerio. Organiza Bruno Rosario Candelier, Movimiento Interiorista Internacional y Academia Dominicana de la Lengua. (Se realizará entrega de reconocimientos municipales)

8.00 a.m., calle Benito Monción, frente a Casa de Arte
CONCIERTOS VEREDA TROPICAL,

Tarima Solsticio de Otoño
Con los solistas: Patricia Pereyra, Fátima Franco, Rosa Mateo, Retah Burton, Joaquín Sánchez, Karen Rodriguez, Tadeu De Marco, Cristina Tolentino, Ingrid Hernández, Samuel González, Príamo Bencosme. Con el acompañamiento de Daniel Álvarez, Manuel Curiel, Víctor Otoniel Vargas, Dariel Almeida, Carlos Estrada, David Holguín, Buenaventura Bonilla, dirigidos por Rafelito Mirabal.

lunes, 26 de agosto de 2013

HOJAS DE HIERBA, WALT WHITMAN


Leaves of Grass, Walt Whitman
De retirarme voluntaria o fortuitamente del mundanal ruido a una isla desierta (necesariamente tropical al modo de la habitada por Robinson Crusoe, por aquello de una supervivencia sin el asedio brutal de la naturaleza) mi elección sería Leaves of Grass / Hojas de hierba —y aquí ningún eufemismo a alucinógenos—, autoría del irreverente patriarca de Manhattan, Walt Whitman, por sus vitales y cálidos poemas que ofrecen entrañable compañía; toda vez que, cual nos dice en su Cantos de Adiós el mismo poeta: “camarada, esto no es un libro, quien vuelve sus hojas toca un hombre”. 

             La indiscutida actualidad de su poesía sorprende porque su lectura no es propiamente la de una obra clásica, toda vez que sus pensamientos y sentimientos versados abundan frescos doquiera cual verdolaga; siendo referentes indispensables para abordar, no sólo  las poéticas contemporáneas, también muchas de las ideologías y actitudes culturales en boga.

Ciertamente, Hojas de Hierbas se lee como si estuviese recién escrita, no obstante haber sido concebida a mediado del siglo XVIII, a pocas décadas de la guerra independista y  en el entorno de la guerra de secesión norteamericana, en un contexto pre-industrial de terratenientes, agricultores, comerciantes y colonos que buscaban, dentro de los afanes de supervivencia, su propia identidad. Aquella era una época de conflictos axiales, cual refiere el intelectual Alexis Tocqueville en su libro “Democracy in America” de retos y dificultades ciclópeos para los escritores: “Sin dioses, héroes o rango de clases sociales disponibles para su imaginación, el poeta de la época de la Democracia estaba forzado a recurrir, como su único sujeto y principal tema, al ser de la individualidad común”. Con la voz fuerte y original de Whitman esta tesis del poeta como vox populi se hizo realidad. Su único poemario editado múltiplemente en vida, creció entre acumulaciones y podas[1] al compás de los momentos axiales de la historia de su país.

Hojas de Hierba no solo rompe los esquemas formales de la versificación clásica, también arremete contra los estamentos conceptuales tradicionales. Whitman llenó  (como nunca antes en la historia de la literatura) de mundo la poesía, toda vez que cada palabra (muchas consideradas antipoéticas) y ritmo fueron tomados con sincera pasión de los diferentes roles asumidos durante su vida: dandi, reformador político, editor de periódico, poeta y carpintero; los cuales alimentaron su febril imaginación, su estro.

Hay en este apabullante decir una ética representativa del hombre común, especialmente de los matices de su habla, asumida, en lo formal, para liberar al verso de métrica y rima, e introducir, al otrora sacro espacio poético, circunstancias cotidianas, matizadas tanto de política, religión y economía, como de actitudes existenciales desinhibidas; preconizando la emergencia de una sociedad abierta, sin privilegios, en la cual incluso la absoluta libertad de preferencia sexual debía tener cabida. En fin,  Whitman acrisoló tempranamente los principales valores de la nación que prontamente devino en la más poderosa del mundo.

De todas las partes de esta obra, Canto a mí mismo, la más importante por sus hallazgos estéticos, es también, en términos emotivos, mi preferida. Sobre la gozosa visión egocéntrica contenida (nada más apropiado para un solitario náufrago) anida, en cacofónicas y exuberantes imágenes, a veces populares y otras cosmogónicas, la aspiración casi mística del poeta de abarcar todo lo existente, de ser uno con el universo.

            Este poemario inicialmente fue rechazado por los intelectuales establecidos quienes lo consideraron vulgar y ofensivo para la moral, lo cual no amilanó el entusiasmo del poeta ni frenó su difusión y masiva aceptación, cual refiere Daniel Hoffman en su ensayo “Hankering, gross, mystical, nude” al evaluar la relación de la poesía de Whitman con su contemporaneidad: “Hojas de hierba es un documento de revolución.  No de confrontación política en ninguna forma explícita, pero nos arrastra, igual que Whitman sugiere que lo hace el poema, como cuando se desenrollan aleatoriamente madejas de hilo, hacia un revolucionario cambio de sensibilidad.”  Ocasionalmente su pensamiento representó los mismos valores de su sociedad, pero con mayor frecuencia, sus imágenes y emotividad acertadamente estuvieron en contra de lo usualmente aceptado. Hoy sabemos que la mayor virtud de sus Hojas de Hierbas —y esta es una de las principales razones para llevarla a la isla desierta— radica en la peculiar forma de mostrar bellas las cosas simples de la naturaleza, y trascendentes los naturales y ordinarios deseos humanos.

            Walt Whitman, incisivo y curioso al extremo, anti-intelectual (mas que los poetas beats), armonizó un universo conceptual heterogéneo, cubriendo desde lo étnico hasta las profundidades de la conducta individual; tocando, alrededor de 1883, temas urticantes como el rol ideal de la mujer en el ambiente machista reinante, llegando incluso a afirmar, con alevosa provocación, que su poesía era esencialmente femenina. Al respecto, en su ensayo Whitman’s idea of Women, Jeromy Loving expresa que: “Whitman se presenta como un feminista de primer orden (al menos, en el siglo XIX) pero el resto de sus oraciones sugieren que él se aproxima más a lo que Harol Aspiz llama ‘un feminista positivo’.  No solo la mujer es igual al hombre, Whitman dice que su grandeza es mayor por su ‘divina y emblemática capacidad de maternidad’. Esta superioridad no debe utilizarse para detractar o distraer sobre su idéntica capacidad con relación al hombre en otras manifestaciones, pero le concede a la mujer un importante papel en el futuro de [Estados Unidos de] América”. De forma peculiar, cuando una mujer protagoniza algunos de sus textos, este poeta asume, con sobrado gusto, un andrógino e impersonal punto de vista.

            Para sus biógrafos Whitman fue el “profeta de la igualdad étnica y de la democracia”; toda vez que, si bien Abraham Lincoln abolió esclavitud, le correspondió a él celebrar, aún en circunstancias de fuerte segregación de la población negra, los valores de la libertad e igualdad racial alcanzadas. Whitman, cual refiere L. G. Backward Glance, concebía a Estados Unidos de América como una “nación de naciones” donde cada individuo se integraba al todo, como una hoja más entre las yerbas: “Yo considero a Hojas de hierba y su teoría experimental como internamente es, en el más profundo sentido, nuestra república americana, con su teoría”.

En ese sentido, Gay Wilson en su libro Solitary Singer, afirma que el insigne escritor desarrolló una escritura sin las limitaciones xenofóbicas de su época, pues no discriminaba a las personas por su origen, color de piel o posición social.  En poemas como In all people I see myself  (especialmente en los versos: “En todas las personas me veo a mí mismo.  / Nada más y absolutamente / nada menos; / y lo bueno o malo que de mí mismo digo lo digo de los demás”) el tópico “inmigración” deviene natural y deseable. No solamente en su poesía, también en cartas dirigidas a Emerson y a otras personalidades, el poeta defendió la riqueza de la multiplicidad racial, hablando sin prejuicios de nativos americanos, africanos, judíos, asiáticos, europeos e hispanos como “herencia”, en oposición al rancio chauvinismo cultivado por la mayoría anglosajona.

Los méritos de este singular bardo han sido reconocidos por la élite intelectual norteamericana, cual establece Alan Trachtenberg en su ensayo “Walt Whitman is a visionary politic” cuando expresa: “Se pueden encontrar las semillas de su pensamiento en la poesía de Pound, Eliot, Steven, Crane, Asberry y en la prosa de Hemingway”. Asimismo, su influencia es perfectamente rastreable en los principales autores latinoamericanos (verbigracia: Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Octavio Paz), así como en poetas de otras latitudes, cual consta en el ensayo “Whitman and Ethnicity” del crítico Xilao Li: “Uno de los más fascinantes fenómenos en la historia de la literatura en [Estados Unidos de] América es que Whitman, un blanco y canónico autor, haya sido y aún sea ávidamente ‘absorbido’ por escritores de casi todos los grupos étnicos.”  

Ciertamente Whitman con sus Hojas de Hierba despierta empatías en el mundo, toda vez que en su creación habita, como pocas veces, el ser humano justipreciado en toda su debilidad y grandeza. ¿Cómo no llevar conmigo, a cualquier isla desierta, su antídoto contra el aburrimiento y la desesperanza? ¡Cómo no!



[1] Walt Whitman fue poeta de un solo libro, Hojas de Hierba, el cual se fue ampliando con cada nueva edición hasta alcanzar las quinientas páginas. Publicada en 1855 sin su nombre ni el de editor, constaba de 12 poemas sin títulos, un prefacio y el retrato de Whitman. Al año siguiente aparece la segunda edición, incluyendo una carta de Ralph Waldo Emerson, entonces ya un reputado ensayista y poeta, en la que le felicitaba “ante los inicios de una gran carrera”. En 1860, aparece en Boston la tercera edición, la cual contiene 54 poemas. Aparecerán ediciones ampliadas en los años 1867, 1871, 1876, 1889, 1892 y, con poemas póstumos, en 1897.

miércoles, 7 de agosto de 2013

BRENDA Y LAS ÍNTIMAS VOCES DE LUISA REBECCA VALENTÍN

Luisa Rebecca Valentín encarnando a "Brenda"

Ella, la soledad. Una mujer atrapada entre los engranajes del tiempo, entre la ruleta de arrugas que obstinadamente se afanan en marchitar toda aspiración. Emigrada a la babel de concreto, sumada a la oscilación de las cadenas de producción, hasta que de la otrora apetitosa fruta solo ha quedado un reseco bagazo, sin haber avizorado el publicitado cuerno de la abundancia, ni las monedas de Judas en calzadas y contenes de Washington Heights.

La mujer sola, Aída, es Brenda, personaje nacido de la exquisita dramaturgia de Frank Disla, quien al cumplir años, lo hace de forma vertiginosa, simpática, patética; transitando sobre el prejuicio de que la hembra debe ser eternamente joven y deseada,  aun en la edad  en la cual la vida se asemeja, cada vez más, a la muerte.
La mujer sola, Aída, es Luisa Rebeca; la exquisita traviesa de letras armonizada por la diva mayor, Patricia Pereyra; la de espontaneidad eternizada en los trazos de colores sobre los rostros de voluntarias victimas en el furor primaveral de Artevivo; la alada ninfa del coro que alguna vez acompañó las oníricas peripecias de la Giselle cubana entre los bosques cibaeños.  Esa mujer maltrecha, mas no vencida, es Luisa, la de honda raíces estéticas, la de acertada y enjundiosa palabra y mirar crítico que no mata la ternura.  
Esta multifacética mujer que es Luisa Rebecca  o bien, Brenda encarnada con su histrionismo y el desparpajo de su tristeza se adueña en cada representación de la sensibilidad del público.   Con la seguridad que dan más de 50 representaciones en todo el país, en cada ocasión nos brinda una actuación estremecedora, llena de verosimilitud, sinceridad y gracia. 
En fin, con esa magia que solo ocurre en las tablas, los espectadores lloran, se embriagan y se pierden, tanto con Brenda como con Luisa Rebecca, sintiendo como propio el drama representado, la tragedia de quien envejece amenazado por la pobreza y la soledad extrema.
Este es, por mucho, el más exitoso montaje teatral realizado en Santiago en el último lustro.

lunes, 15 de julio de 2013

JOSÉ MARMOL Y SU LENGUAJE DEL MAR

Lenguaje del Mar, José Mármol
Nueva vez henos aquí convocados por José Mármol y el mar de sus ojos, mejor, por las imágenes afortunadas de aguas abrazadas por el sol, arrulladas por la luna y siempre movidas por viento bravo; en fin por estas miradas echadas a las aguas oceánicas por la sensibilidad de este poeta dominicano.

La primera vez que nos emplazó el entrañable poemario Lenguaje del Mar fue en octubre del 2012, cuando aún inédito motivó un reconocimiento de ultramar. Los depurados y translucidos versos contenidos, tomados del zumbido de las caracolas, merecieron el XII Premio de Poesía Americana, prestigioso reconocimiento que anualmente otorga la institución madrileña, Casa de América; situando a su autor, Mármol, en un privilegiado sitial en Latinoamérica, de cara a la antigua tradición literaria de la Madre Patria, coronando sus pasos de proyección en España de su obra ensayística y poética iniciada hace una década a través de Bartleby Editores.


Esta vez nos convoca el poemario mismo, convertido en un bello volumen editado por la Colección Visor de Poesía, una de las más importantes del mercado editorial en habla hispana.  La obra llega en un momento cumbre de José Mármol, toda vez que la Fundación Corripio,  Ministerio de Cultura y un jurado compuesto por rectores de las principales universidades dominicanas, le han otorgado el Premio Nacional de Literatura 2013, el máximo galardón literario del país. Justo es señalar que el aún joven escritor ha recibido este galardón antes que las principales voces poéticas de las dos décadas anteriores, a saber, de la revolución, post-guerra y de los setenta.

Este reconocimiento a toda su trayectoria creativa confirma a nuestro profeta de “ultramar” también como “profeta en su tierra”, validando los preceptos estéticos de su poética del pensar y, sobre todo, también muestra la fortaleza de quienes (por comunión de edades, afinidades de lecturas, contexto histórico y comunión de ideas) junto a él conforman la “Generación de los Ochenta”, esto es, al más nutrido colectivo de escritores dominicanos finiseculares. Mármol, por talento propio, es la cabeza visible de un iceberg de intelectuales contemporáneos que han producido —aunque los críticos del patio apenas lo descubren— uno de los momentos creativos más importante de nuestra historia republicana, con repercusiones, en oportunidad y calidad, a nivel de la mejor poesía actual en el mundo.


En los textos de Lenguaje del Mar se aprecia un cambio de perspectiva, de fondo, en la  poética de José Mármol, pues pasa de una visión centrada en el Ser, en consonancia con Ortega y Gasset, a la celebración del Ser en sus circunstancias. Asimismo, cambios formales importantes se perciben toda vez que los poemas, aunque presentados en versos libres, refieren a una oralidad discursiva natural, más próxima al discurso prosado. Antes su estrategia era presentar su canto mediante bloques prosados acudiendo, sin embargo, a versos interiores de aliento rimado, probablemente medidos subrepticiamente; en esta ocasión, acontece lo contrario, digamos ha escrito prosa en verso, siempre con un alto nivel poético. 


Entre los méritos de Lenguaje del Mar está el de apuntalar un elemento relegado de la dominicanidad: nuestra identidad isleña, de tierra y carne rodeadas de agua por todas partes. Celebrante canta al mar, a su indefectible aura azul: “azul cielo. Azul mar”, porque “Azul es el color de lo serenamente bello, de cuanto se asemeja a la perfección.” (Azul del mar, pág. 29). De manos de Rubén Darío y Novalis, Mármol nos recuerda que también azul es el color con que la poesía dice al mundo, pintándolo de asombro y eternidad: “Allí todo es tan bello que no puede ser real”. 



Ciertamente, su medio centenar de textos constituyen, casi en su totalidad, estampas marinas entrañables: “El mismísimo, eso sí, el inmenso irrepetible/…/ el mar tuyo, el mar nuestro” (Lenguaje del Mar, pág. 13), anécdotas dichas al modo de un viejo marino conocedor de todos los puertos y de todas las veleidades de la vida: “el idioma de las olas del mar te cuenta historias. / La del chamán nativo, la del blanco aventurero, la del esclavo negro de Mandinga/…/Otras leyendas sabes, inscritas en el viento y el reproche.” (Tempestad, pág. 26)
Con fruición alguien nos habla de amor,  temor y furia, en la intimidad que provoca una taza de café recién colado: “Sopla un viento rudo/ sobres  las seis en punto del amanecer….” (pág. 14). Encandila ese sosegado aliento de quien está de vuelta, después de haber remontado las edades y las ideas; que, como buen fabulador, con ternura casi dolorosa, se regodea en describirnos la verdadera esencia de cuanto acontece en el ahora. Sus plásticos fraseos contemplativos desvelan el mar como espejo, como referente inamovible, inconmovible y eterno de lo que en la tierra pasa: “el mar se disipa, interminablemente azul, / en su hermosa paciencia / de abatido animal de la prehistoria” (Costa del sol, pág. 11).  El mar es lenguaje en tanto crisol de confidencias, al contener las biografías de los que en sus aguas se bañan.


La naturaleza (el mar, por lo pronto) alcanza sentido por el hombre: “Qué sería del mar si no fuese mirado y temido por tus ojos”. De igual manera, en biunívoca relación, la humanidad (el humano que es el poeta) existe a partir de su entorno, mucha veces metaforizado como posesión, o bien, como objeto de deseo: “Qué sería de mí sin todo cuanto admiro” (Cuerpo de playa, pág. 12). Hay en muchos de los textos, especialmente en el titulado Naturaleza viva (pág. 62), una aproximación panteísta, porque el mar (maravilloso y terribles a la vez) necesariamente es Dios o al menos lo contiene: “y Dios, entre ola y ola, / espera sin sosiego la próxima jugada maestra del azar.”  (Cíclopes y lestrigones, pág. 32). Mármol reincide con sus tópicos y sentires axiales, así nos encontramos, en el poema Dios, con las furias y demonios de Deux et machina, con su resuello herético e insatisfecho: “Lo grandioso de Dios es su secreto. / El inmensurable hálito de ser y de no ser. / El portento de hacer y deshacer en su misterio…” (pág. 17).
En las metáforas del mar reaparece Dios y, con ambos, la muerte: “Si se detuviera el mar, si se quedara quieto, / como se aleja en la tormenta la luz de los destinos. / Pero, no reposa, nunca descansa el mar”.  Para el aeda criollo, descansar significa no ser. La muerte, que no es opción para el mar ni para Dios, constituye inexorable destino para el hombre. En esta ocasión este leitmotiv se afianza, en tanto expresión de estupor circunstancial (pero sobre todo de solidaridad) de José Mármol, por aquellos que saben partirán prontamente, cual se constata en el poema En andas, en volandas (pág. 44) dedicado a Remedio Ruiz, la entrañable esposa de su hermano poeta Plinio Chahín, ya en la luz después de una feroz batalla contra el cáncer: “Entonces, / vivir o morir, en andas o en volandas,/ podrían ser dos pájaros amarrados a un vuelo/ en procura incansable del verbo amanecer.” Igual hondura emotiva aparece en su poema Desconcierto (pág. 47), en el cual la persona amada que ahora parte es su padre: “Mi padre amanecía con el sol en mi ventana. / Otra vez los pájaros que perdieron su cielo. / Otra vez el instante de aquel último suspiro. / La mirada tan suave, amorosa, comprensiva, / cuya luz se apagó atrapada entre mis dedos.”


La preocupación antes referida de asociar el mar a la identidad dominicana se siente en poemas como Amor fugaz de puertos y astilleros, en verso como: “El atlántico es un puerto diminuto, brilla como la plata de mis ancestros, / huele a caña, a sudor, a ron de juerga” (pág. 25); asimismo en los poemas Boca Chica (Ready Made) y Sanquipanqui (págs. 31 y 41, respectivamente), los cuales contienen retratos vivos de pintorescos personajes criollos (varones y hembras de pieles broncíneas) que pueblan las playas en procura de sustento y visas para soñar.

Similar aproximación a nuestra anatomía erótica aparece en el poema Rapsodia Tropical, en el que una soberbia mulata gozosa sin pudor se contonea, menea sus carnes como olas: “Ondulatorio, si. Ondulatorio eso. Descomunal el fuego anudado en sus caderas.” Igualmente folclórica, aunque esta vez rozando lo grotesco, es la caricatura de nuestra condición insular y tropical, perfilada en el poema Agosto 22 (pág. 45) a partir de la paradoja de un sentido temor por uno de los tantos huracanes tropicales que usualmente nos azotan, los cuales en definitiva representan una fuerza catastrófica menos letal que el pandemónium de corrupción e impunidad que cotidianamente nos arropa: “La nación sigue presa de rufianes y farsantes; / en la tele resucitan los payasos del poder. / Esperábamos la fuerza vital del huracán. / Esas ráfagas tenían un aire de salvación.” 


Nueva vez José Mármol se solaza en el Eros, se aventura por el mar de los sentidos, por la irresistible belleza de su serenidad concupiscente, por la “la inocultable memoria de un deseo” (Cuerpo de playa, pág. 12). Lo sexual se expresa con posmoderno desparpajo, con insólita libertad aun para la poesía, principalmente en el texto titulado Autoerotista (pág. 60), en el cual el “coito” se realiza virtualmente, a través del teléfono, en sublimación onanista: “Me excita la fragancia de un vocablo soez. / Soy carne temblorosa, hechizo del pudor, / y mi voz no es la voz / soy yo misma estremecida en la yema de tus dedos./…/Soñé que moriría en la fiebre de sus pechos, / sin saber de qué flanco provenía su voz.”

Ciertamente, el poeta celebra el Eros y a la mujer, esta vez encarnada en sirena  (“un portento de concupiscencia”) que convoca al placer, cual se aprecia en el poema Boca Chica (Ready Made) ya referido. Sin embargo, Mármol en vez de abandonarse sin límites por la piel deseada, en ocasiones retrae, contemplativo, su sensibilidad. La mujer, indudablemente querida, aparece como propiciadora de pequeñas muertes cotidianas acicateadas por las inevitables rutinas que acontecen en el breve metro cuadrado de convivencia. Este abordaje crítico —de las luces y sombras de la relación de pareja— constituye una primicia en su extensa producción poética.

Los litigios de su amor se aprecian en poemas como Enojo, cuando nos confiesa “He descubierto a solas un erizo en la playa./…/Más allá de la frágil hermosura que lo encubre, /un erizo lastima, no importa los motivos. / Una mujer embiste, no importa cuánto amor le prodigues en la pelvis, / no importa siquiera si importaran los motivos.” (pág. 21).  Igual tono beligerante aparece en el texto Agravio (pág. 51): “Una mujer esconde, en sus adentros, / un miedo a los trapecios, a las simas, los caminos, / una fiera salvaje que domesticar. / Una mujer se traga los vinagres de su pena, / prefiere los abismos a las puestas de sol”.  En similar tesitura de despechado amor está concebido el poema Turno del ofendido (pág. 63), como muestran los versos siguientes: “Si el amor te brotara como te brota el odio./…/Si del mar me hablaras, habitante de tus ojos, /  aún fuera en angustia de domingo por llegar./…/Si el amor te brotara como supura el odio en tu mirada.” En fin, versos de desamor, como para dejarnos arrobar por el aroma y ritmo etílico de una bachata.



En el poemario Lenguaje del Mar no todo es mar, memorias hay de otras instancias. En numerosos textos el poeta hurga en el baúl de sus recuerdos más caros, conjugando otros contextos, otros tiempos y otros seres. Así en el poema Casa recupera anécdotas de su infancia provinciana, mientras que una nostalgia viajera fluye  en el poema Rues Saint Honoré (pág. 36), palpable en los versos: “Sabe mejor el chocolate si el invierno azota / en las esquinas húmedas del centro de París. /…/ Sabe mejor el chocolate si es verano, si es en casa”; asimismo en Promesa (pág. 54) cuando expresa: “Nieva en Berlín, estoy lejos de casa,/ la blancura de afuera deja en su despedida / un susurro de promesa que no pudo cumplir”. En Why not (pág. 38) también aflora esta inefable melancolía por el origen; la escena acontece en un lugar extraño, el Club Blue Note de Manhattan en New York, pero el protagonista, Michell, que hace divagar la imaginación a través de sus variaciones jazzísticas desde las frialdades del norte hacia las costas soleada del Caribe no es foráneo, pese al nombre adaptado al acento anglosajón; se trata de Michael Camilo quien, como Mármol, es dominicano de pura cepa y hasta la muerte: “Que de mi tumba el mar Caribe sea.” (Ocaso, pág. 52).

El mar ha hablado a través de su médium, José Mármol, ahora toca a cada uno de nosotros bañarnos en sus cálidas palabras preñadas de imágenes deslumbrantes y sentimientos.


© Fernando Cabrera


domingo, 23 de junio de 2013

LAS CLAVES EN EL MAPA AL CORAZÓN DE CARLOS ROBERTO GÓMEZ BERAS

Portada del poemario Mapa al Corazon del Hombre, Carlos Gómez, Isla Negra Editores

Para aquellos apegados a objetividades, nuestra capacidad de accionar y reaccionar ante las circunstancias anida en el cerebro. Aun siendo esto un hecho científico irrefutable, lo cierto es que aún muchos preferimos preservar la hermosa metáfora del corazón como motor de las esencialidades que nos hacen especiales entre los seres vivientes.
 
En realidad, la humanidad siempre ha estado a gusto con las bondades simbólicas insustituibles del corazón. Vale recordar que nuestros ancestros lejanos —y aún los últimos caníbales caribeños— ofrendaban o consumían los corazones de sus guerreros, para contagiarse de sus cualidades extraordinarias. Nos importan las cosas del corazón por el simple hecho de que si éste deja de latir indefectiblemente perece. El cerebro puede sufrir algunas atrofias terribles y seguir funcionando aunque queden inhabilitadas algunas de sus capacidades críticas, pero el corazón jamás puede abandonar, si no para morir, su única función orgánica de bombear sangre oxigenada hasta cada una de nuestras células.
 
Con sobradas justificaciones, el cerebro puede considerarse centro (¡cuánta tentación de decir “ considerarse corazón”) del cuerpo  que lo cobija. Mas, el alma, esa etérea entidad que los versículos de Dios y los versos del hombre nombran, dueña de nuestra aspiración de eternidad, pertenece exclusivamente al corazón. Y es que ese simple órgano, músculo débil ante las tentaciones y las virtudes, se transforma en indomable acero cuando el Ser que lo contiene lo requiere. Basta una amenaza a su integridad, un intento de acorralarlo, para que a fuerzas de acelerar su paso,  inunde de adrenalina el torrente sanguíneo, desatando una furia insospechada y un desinteresado amor que todo lo puede.
 
El mayor tesoro para nosotros es, pues, el corazón; tanto por lo que anatómicamente hace, como por lo que simbólicamente representa. A los tesoros —y esto lo saben Francis  Drake y los demás piratas—, sin importar si son tangibles o inmateriales, hay que cuidarlos. De ahí que deban estar convenientemente camuflados. A más preciados los tesoros, como el corazón, mayores han de ser las salvaguardas contra todo tipo de codicia; más recónditas, herméticas e inextricables, las fortalezas y los códices que los guarden. Enterrarlos siempre será una buena opción, pero también confundirlos entre baratijas puede despistar a ojos intrusos.  La estrategia adecuada (y para determinarla no hay necesidad de recurrir a  Maquiavelo ni a Sun Tzu en sus artes del poder y las guerras) será la que mejor acomode a cada quien, según sea su personalidad discreta u osada, pasiva o agresiva.
 
Carlos Roberto Gómez Beras, es de los últimos; desde su piel de león, apremiado por una salvaje —y a la vez ingenua— valentía,  nos reta a llegar hasta su corazón que, en su poemario “Mapa al corazón del hombre” poesía 2008-2012, ha camuflado tras lo evidente. No sin malicia, en manos conocidas y extrañas, ha depositado las cifras hacia su esencialidad más cara. En bandeja nos ha brindado una guía completa, un cuaderno de bitácoras atiborrado de letras sobreimpresas, subrayadas, en itálicas y con fulguraciones palpitantes de neón. Obvio, trampas hay. No obstante la provocativa transparencia de sus versos breves, coloquiales, del prosaísmo ocasional en su aliento figurado, el autor obliga a un arduo peregrinaje de signos regados en las entrañas de las grandes islas caribeñas de su lengua, a ser superado sólo por los más aptos.

Los que opten aventurarse por su sensibilidad deben evitar, cual me ocurrió inicialmente, la natural tentación de prestar atención únicamente a las manifestaciones de su habla, necesariamente boricua porque en esa tierra del edén su pasión poética tuvo origen. Como veremos adelante, otras raíces hay que cruzan los mares.
 
En cuanto a lo primero, es claro que la pertenencia de este poeta a la tradición literaria puertorriqueña no sólo es inevitable, también imprescindible. Basado en una lectura comparada de este poemario con parte de la producción Letra viva: Antología, 1974-2000 publicada por la Colección Visor de poesía, del excelente poeta puertorriqueño —amigo por demás— José Luis Vegas, me atrevo a sugerir algunas características que Carlos Gómez puede haber heredado de su patria de domicilio: lírica breve, discreta celebración erótica, melodiosa picardía atenta —con posmoderno fervor— a las cotidianidades; numeraciones, definiciones (como eco de una academia vital) y acumulaciones emocionales a flor de piel; asimismo, la reivindicación ocasional de recursos clásicos como la rima;  la valoración poética de objetos, lugares y atmósferas; y un fraseo coloquial (que, en el caso de Gómez, rehúye a la coma). El poeta adiciona un decir políglota (hay varios poemas escrito o traducidos al inglés en esta publicación) común a muchos poetas actuales, incentivado acaso por la dinámica sociopolítica de la isla. Veamos un poema que, entiendo, manifiesta algunas de las características referidas:

A mi patria de dulces costumbres urbanas
A mis sótanos más húmedos
a mis esquinas prohibidas ha llegado una mujer que no conozco.
Su cuerpo es un largo territorio
de donde no regresaron
aedas, ilusionistas y chamanes.
Sus ojos son dos pozos
donde reposan confundidas otras almas.
Tal vez
ella es la pesadilla
que de niño presagió la caída,
el golpe y la cicatriz.
Tal vez
ella es el sueño
que de adolescente anunció el goce,
el licor y los buenos amigos.
Nunca lo sabré
(estas cosas  están vedadas
a los hombres que aman).
Quizás lo sé
y por eso, en vano, he mentido.

(La extranjera, poema  de la primera parte titulada “Las coordenadas del beso”)
 
Tampoco los ojos del lector, al buscar las claves de la poesía de Carlos Gómez, han de posarse  exclusivamente en los trazos de las utopías ideológicas —adornadas incluso con nombres de revolucionarios sonoros— del antiguo sistema socialista aún arraigado en la exótica isla de Juana. No deben dejarse distraer por los atractivos sepias en las paredes de las estampas suspendidas en los años cincuenta; ni obnubilarse con la exuberancia de su barroco universo africano y judeo- cristiano, ni con las armonías de sus trovadores expertos en acomodar sus cuerdas vocales al rasgueo de acústicas guitarras romanceras; tampoco con la irresistible luz que juguetea sobre las broncíneas curvas de sus diosas blancas, negras y mulatas:

PRÓLOGO


Conocí a Yemayá
en un autobús de La Habana.
Ella iba a un encuentro con dios.
Yo, a un diálogo con el infinito.

1

La casa de Yemayá
tiene dos balcones opuestos.
Desde uno ella observa el cuerpo y sus caídas,
desde el otro, las migraciones del espíritu.

2

Yemayá tiene tres jardines.
La niña que domestica los Hexámetros.
El arcoíris que conduce las Leyes.
La cicatriz que deja la Utopía.

3

Yemayá habla el idioma de los ausentes.
Sus “emes” se estiran como gatos imposibles.
Sus “erres” abren surcos en la tierra nocturna.
Sus “eses” se deslizan como húmedas serpientes.

...

11

Yemayá y yo llegamos una tarde
a la cima de La Cabaña.
De un lado se escribía el poema de la ciudad
y del otro se cantaba el océano de la poesía.

EPÍLOGO
 


Conocí a Yemayá
en un autobús de La Habana.
Ella se bajó en el Malecón para subir a Ávila
y yo continué de regreso al olvido.


(Fragmentos de 14 Romances imperfectos contenidos en la tercera parte del poemario titulado “Pequeños cantos de Yemayá”)

También es necesario —aún más, urgente— seguir la trayectoria del sol y los rastros de sal en las olas y en las arenas extremadamente blancas de las playas orientales de Quisqueya (media isla de identidad rumbera y dicharachera fatalmente agraviada por sátrapas y demagogos), en donde el poeta jugueteaba en sus años de infancia. El lector debe hacer esta tarea genealógica para comprender el origen del minucioso plan con el cual fueron concebidos estos poemas, deuda adquirida con la tradición de poetas dominicanos fanáticos de Homero, Whitman y Neruda (“Ay, nosotros, los de entonces, / ya no somos los mismos”, cita nerudiana del poema 2:25 A.M) que aún procuran por separado —a principio de la tercera edad del planeta— escribir la última epopeya; que atesoran horas eternas definiendo, en sus mismos versos, variopintas teorías poéticas, y se regodean en extensas elucubraciones, tanto líricas como épicas, en las que sueñan con organizar el caos material y espiritual del mundo posmoderno. En definitiva, herencia dominicana en Carlos Gómez es su intención de dotar de estructura y aliento sostenido su poemario, palpable incluso en conjuntos de poemas breves como los romances de Yemayá ya citados(vale destacar en estos romances las gratas resonancias de los textos de Yelidá, extraordinario poema extenso del santiaguero Tomás Hernández Franco). A continuación un fragmento de un poema escrito a partir de la nostalgia de su lar natal:

Este poema
pudo haber sido una piedra
lanzada al río.
Sus verso, espuma blanca en el agua verde.
Sus silencios, hojas detenidas bajo una rama.
En la corriente, nosotros y ellas,
éramos peces sin sexo
cubiertos de una sola escama
tostada, desnuda, lúdica.
El pueblo era un gesto
que se abría sin tregua
hacia una primavera infinita
de caballos silvestres que a su paso
olvidaban esmeraldas húmedas y tibias,
de panes que nacían bajo la leña
con un hilo umbilical como niños tiernos,
de vinos domesticados en oscuras botellas
por una mujer mansamente abuela,
de bares donde Serrat era una voz anónima
que unía hombres rústicos y mujeres en celo,
y de dos ríos que se encontraban
en un abrazo milenario
mientras salpicaban sus nombres:
Seibo… Soco… Seibo… Soco…
hasta que la cópula de un embudo
fresco y claro
los hacía uno para siempre…

(Fragmento del poema titulado El río es un poema que nos escribe por dentro…  que inicia la parte VII, y última, que nombra al poemario)
 
En fin, las claves poéticas de Carlos Gómez hay que buscarlas en Puerto Rico, Cuba y República Dominicana, las tres antillas hispánicas. Este poeta, reitero, ha tomado de la primera el lirismo de los diálogos urbanos y cotidianos; de la segunda, la pasión social, marxista a veces, y el sincretismo de creencias; de la última, pero no menos importante, su inclinación al arduo oficio y a los símbolos, al esfuerzo estructurado, a las composiciones de largo aliento. Conocer estas claves, sin embargo, no finiquita el peregrinaje del lector, la búsqueda del camino correcto a las interioridades del poeta.  Aún debe viajar a otras emociones viscerales y recuerdos, visitar de sus manos, ciudades continentales, exóticos bares, habitaciones y atmósferas foráneas; también amar con él mujeres entrañables que signaron de placer y ternura su sensibilidad. 
 
El lector ha de descubrir, más allá de los referentes geográficos, la apropiación que hace el poeta de pensamientos de mayor universalidad, que abren ventanas interiores de raigambre filosófica (cual atestiguan los textos  de la parte nombrada Seis Postcards, enviadas desde ninguna parte y sin destinatario preciso) que invitan a reflexionar acerca de tópicos axiales como el amor, los ideales, el pasar del tiempo y la muerte. De ahí el aire vago, genérico, que los títulos de este acápite desprenden: “Desde lo que rectificamos”, “Desde lo que creemos perdido”, “Desde lo que no existe”, “Desde una frontera que es caricia”, “Desde el paréntesis de los labios”, “Desde lo que nos hace regresar”. Hablamos de poemas que contienen, como caleidoscopios, pedazos de memorias, ristras de una autobiografía emotiva sin fronteras de un poeta que confiesa estar de vuelta en todo. 
 
Es evidente que Carlos Gómez tiene alma de narrador, no por la prosa poética presente en algunos textos incluidos en la sexta parte de su libro, titulada “Glosa, prosa, verso, poesía”, sino por su vocación de ir contextualizando, mediante descripciones secuenciales de hechos y atmósferas, objetos y perfiles de caracteres. No escatima letras para llevar el lector, como en los cuentos, al clímax. También es notoria la condición de editor del poeta, palpable en la bien cuidada factura del volumen y en el acierto de elegir para la portada una excelente fotografía, autoría de Pascal Fallot, de unos fantasmales rieles de tranvía eléctrico que recogen la nostalgia de los poemas, tanto en sus tonalidades grises y azules de la primera piel, como en los ocres pasionales de la piel oculta.
 
En definitiva, conquistando o no todas las claves puestas por el poeta, por muchos motivos, resulta un reto agradable abordar este Mapa al corazón del hombre, toda vez que se lee de un tirón, al ritmo que, en mañanas y atardeceres fríos, impone una humeante tasa de café o chocolate.

©Fernando Cabrera