sábado, 2 de julio de 2022

Orquesta Sinfónica Nacional y su primera temporada de primavera en el Cibao

 

Orquesta Sinfónica Nacional

Por Fernando Cabrera

Desde hace años, muchos provincianos hemos venido reclamando al Ministerio de Cultura que amplíe su radio de influencia real a toda la geografía dominicana. Verbigracia, mis artículos Cultura con marca de origen: El Cibao también existe (periódico Acento, agosto 2020) y Cultura un misterio imprescindible (revista Plenamar, noviembre 2021) dan fe de esa insistencia. Una institución con sus oídos bien afinados, la Orquesta Sinfónica Nacional, ha sido la primera en responder positivamente a este sentido reclamo, concibiendo, como hito histórico, una temporada de conciertos en el Gran Teatro del Cibao.

Complementaron esta afortunada iniciativa con una serie de conversatorios destinados a despertar el interés en la música clásica en la ciudad de Santiago. Con este fin, el maestro José Antonio Molina, director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional, acompañado Aisha Syed, violinista santiaguera de renombre internacional, y Margarita Miranda Mitrov, presidenta de la Fundación Sinfonía, acudieron a la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, a la Universidad Tecnológica de Santiago y al Centro León, para conversar con diletantes, músicos profesionales y estudiantes, deseosos de aprender de sus experiencias.

Asimismo, la dirección de la Orquesta Sinfónica planificó dos presentaciones que constituirían la primera Temporada Clásica escenificadas fuera de Santo Domingo. Dificultades logísticas del Gran Teatro del Cibao, impidieron la realización de la función inaugural prevista para el miércoles 15 de junio, cuya oferta musical fue integrada casi en su totalidad (salvo la Sinfonía No. 9 “Nuevo Mundo” de Antonín Dvořák) en la majestuosa gala ofrecida el 29 de junio de 2022.

En esa noche, la sala de La Restauración, llena casi por completo de amantes de la buena música, se vio estremecida por los efectos de un ecléctico repertorio que integró a la perfección propuestas populares y cultas. El evento comenzó cuando la Orquesta Sinfónica en pleno, dirigida por el maestro Molina, interpretó solemnemente nuestro himno patrio.  Luego, fuimos privilegiados con el estreno mundial de la obra ganadora del Premio Anual de Música José Reyes2021, la pieza “Concertino para clarinete y orquesta” de Joel Díaz. La propuesta musical del joven compositor se adentra en el poco cultivado campo de la composición para este peculiar instrumento de viento, haciéndose parte una selecta tradición que se inició en 1810 con la composición Trois caprices pour clarinette seule de Anton Stadler.

Clarinetista Darleny González y el Maestro Santy Rodríguez 


En la ejecución de este concertino, la clarinetista solista Darleny Gonzalez, con un Máster de Música en la Universidad Politécnica de Valencia, mostró determinación, seguridad, en sus interpretaciones melódicas armonizadas sobre los arpegios y acordes aportados por los numerosos instrumentistas de la orquesta. También deslumbró en solos melódicos muy emotivos enriquecidos con notas fluidas que adornaba con gestos corporales agresivos, felinos. Darleniy supo sacar a relucir el potencial sonoro del clarinete, ejecutando, con depurada técnica, progresiones que exaltaban su característico sonido dulce, extremado en trinos multifónicos, repentinos cambios de registros y matizaciones brillantes.

Fue impecable la dirección orquestal realizada por el maestro Santy Rodríguez, a partir de las destrezas adquiridas en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Tengo el placer de conocer al joven director vegano, a raíz del contacto que tuvimos en 2011, durante una reunión del Consejo Nacional de Cultura, cuando fue designado para dirigir la Orquesta Filarmónica del Cibao, iniciativa institucional que en algún momento debe rescatarse. Celebro su acierto al incorporar, encima del marco compositivo clásico, variaciones rítmicas populares apoyadas en ejecuciones discreta de percusión que motivaron la seducción instantánea del público. También fue afortunada la decisión de comenzar a visibilizar las piezas premiadas en el Concurso Nacional de Música incluyéndolas en el repertorio de la Orquesta Sinfónica. Esta pieza puso de manifiesto la audacia de una trilogía de jóvenes talentos en comunión creativa: compositor, clarinetista y director; sin duda, una fórmula que funcionó admirablemente, dejando convencido el auditorio de que la música de calidad ha de prevalecer sobre el ruido de sonidos y sentidos que apabullan nuestra cotidianidad.

Una visión trascendente y certera primó al elegir, como pieza central, el Concierto en Re mayor, Op.35 para Violín y Orquesta del compositor Peter I. Tchaikovsky; porque nos permitió disfrutar de la violinista Aisha Syed en el máximo esplendor de ese virtuosismo técnico, ampliamente reconocido por expertos y aplaudido por exigentes diletantes en principalísimos escenarios del mundo. Orondos, sus compueblanos, fuimos testigos de su brillante ejecución de una de las composiciones más difíciles para violín. Su grado de dificulta es tal que muchos maestros la han evitado sin sonrojarse desde su estreno en 1878.

Solista Aisha Syed

La presencia de Aisha lucía agigantada por el encanto de su interpretación, suma tanto de la digitación precisa de sus dedos sobre el diapasón, como del embriagante movimiento en olas de su brazo y manos extendidas en el arco, definiendo, al frotar las cuerdas, notas largas, moderadas y otras cortísimas que jamás distorsionaban ni perdían gracia melódica. Mientras, el maestro José Antonio Molina, haciendo gala de un derroche de memoria y destrezas inigualables, sin necesidad de partitura ejerció un control armónico total, sincronizando y enfatizando con gestualidad notable, las intervenciones de los diversos instrumentos de cuerda, metal, viento y percusión.  Mas que en cada compás, en cada nota, acompañó con su diestra batuta, sus dedos y el rostro, cual devoto caballero, a la solista en la conquista de los tonos y matices de esta singular obra de Tchaikosvsky.

Maestro José Antonio Molina

La clausura no pudo ser más espectacular y emotiva. Combinando los talentos de compositor y director, el maestro Molina nos presentó su Fantasía Merengue. En esta obra, el genial músico ofreció un generoso homenaje a la música popular dominicana.  Con intuición, conocimiento de nuestra tradición merenguera y su refinada formación en armonía y composición clásicas, recreó, en un entrañable mosaico sonoro, diversas melodías y variantes rítmicas identitarias, integrándolas con destreza en un discurso musical sinfónico universal. Tal es la singularidad y belleza de la composición que fue grabada por la Orquesta Sinfónica de Londres.

De ensoñación, ciertamente, fue este concierto de oboes, clarinete, trompetas, saxofones, violines y cellos, de los xilófonos de metal y madera, y de los demás instrumentos de la Orquesta Sinfónica integrados en pleno, para delinear mediante arpegios de notas largas y lentas, más propias de sonatas que del travieso, provocativo y brillante ritmo que impregna nuestra piel. Paulatinamente, un aliento épico como el de las grandes bandas sonoras de las producciones hollywodenses, fue llenando todo el salón. Luego, tras una descarga de metales, empezamos a escuchar y sentir la resonancia de los tambores de nuestra africanidad. Llegamos al éxtasis con las seductoras notas sincréticas de Papá Bocó, con la provocación metálica del pambiche lento de Los algodones, con la picardía histriónica La Maricutana.

Entre cada descarga de alegre fantasía, surgían transiciones en las que la batuta del compositor y director parecía dibujar en el aire secuencias de notas que se resistían al silencio. En fin, melodías sencillas, sublimadas con toques armónicos y alteraciones complementaria, enaltecidas mediante la desaceleración de compases, para estallar en matizaciones inesperadas en las cuales las características escalas mayores, usuales del merengue, parecían derivar hasta llenarse de la plasticidad lúdica y añoranza de los tonos menores.

sábado, 28 de mayo de 2022

José Mármol y su merecido ingreso a nuestra Academia Dominicana de la Lengua

 



Dr. José Mármol mientras lee discurso de ingreso a la ADL. 
(Fotos: Soraya Lara de Mármol)

Por Fernando Cabrera

Siento un inmenso regocijo por la formalización del ingreso de mi compadre José Mármol a la Academia Dominicana de la Lengua, por sus innegables aportes al cultivo del idioma español, con la lectura del discurso “Pensamiento y poesía, una relación dialógica interminable.”

Mármol fue escogido por votación mayoritaria de los académicos durante la sesión celebrada el 13 de mayo de 2021, pero fue este sábado 28 de mayo cuando pudo presentar su esperado discurso de ingreso, postergado por la letalidad de la pandemia del Covid-19, que nos obligó a cumplir con nuestras obligaciones y a cultivar los afectos desde lejos. Fue recibido en esta prestigiosa entidad casi centenaria, fundada en 1927, por su director el dilecto amigo doctor Bruno Rosario Candelier, por los académicos de número y correspondientes, así como por escritores, familiares y numerosos amigos que justiprecian esta iniciativa. Las palabras de recibimiento fueron dichas por el apreciado académico, escritor, poeta, crítico, investigador y exministro de Cultura José Rafael Lantigua.

Desde hace décadas, a José Marmol le sobraban méritos para ocupar lugar en esta prestigiosa academia. En este sentido, es significativo que haya sido escogido para la silla N, antes ocupada por el escritor dominicano más prolífico y celebrado de la segunda mitad del siglo pasado, don Marcio Veloz Maggiolo; toda vez que, por su vasta obra creativa y ensayística, ampliamente conocida en ámbitos hispanoamericanos, Mármol es el más llamado a llenar sus zapatos y a profundizar en las huellas dejadas. De hecho, en la actualidad, para mí, y esto al margen de vínculos afectivos filiales, es nuestro candidato idóneo para representarnos con sobrada dignidad en los principales lauros en el ámbito de la lengua española, como son el Reyna Sofía y el Cervantes y, claro, con más méritos que Bob Dylan, como también los tuvo Marcio, para el reconocimiento que otorga La Real Academia de las Ciencias de Suecia. Para esta afirmación me baso en sus logros profesionales y virtudes indiscutibles:

1.      Profesor universitario de larga trayectoria en materias relacionadas con la filosofía y el uso de la lengua como herramienta fundamental de investigación humanística.

2.      Escritor de oficio, en pleno dominio de la lengua española, con una prolífica labor creativa como poeta, reconocida con los principales premios nacionales y algunos de los más significativos del idioma, como el XII Premio Casa de América de Poesía Americana; reconocimientos que lo hicieron merecedor, a edad temprana, del Premio Nacional de Literatura, máximo galardón que otorga el Estado Dominicano a la trayectoria de un escritor. Tópicos axiales en sus cantos y en su pensamiento siempre han sido lenguaje y lengua.

3.      Crítico literario y de artes visuales de sobrada enjundia. Su labor ensayística no es menos importante que su labor poética, cual lo testimonian los cientos de prólogos y ensayos que documentan detalladamente la evolución de la poesía dominicana del siglo XX, y una decena de obras de reflexión filosófica y humanística, llevada a su cenit con su tesis doctoral recién publicada en libro, en el 2020, en el catálogo de la editorial madrileña Visor Libros, bajo el título “Identidad en la modernidad líquida globalizada. Una lectura de Zygmunt Bauman.”

4.      Amplio reconocimiento de sus pares. Desde 1985, cuando publicó su poemario El ojo del Arúspice, en 1985, Mármol, con un discurso teórico aguerrido, enfrentó con gallardía los embistes de una poética ideológica que, desde los sesenta, de forma casi monopólica, se imponía en el parnaso nacional. Sus esfuerzos se sumaron a los de los últimos poetas sorprendidos y a una pléyade de escritores nacidos en provincia que empezaron a despuntar a través de los paradigmáticos premios Siboney. Fue dura la lucha para que reverdeciera una poesía que no fuese concebida como arma ideológica y que aspirará a valores estéticos trascendentes, universales, y Mármol fue uno de los principales baluartes, con su poesía de honda cadencia y sus postulados acerca de una estética generacional, la denominada “Poética del habla”, recogida inicialmente en su libro “Ética del poeta”, publicada en 1996 y de teorías constantemente ampliadas en obras posteriores.

5.      Hombre de bonhomía intachable en palabras y acciones. Infatigable difusor de la cultura dominicana a través de talleres literarios y conferencias por múltiples escenarios del mundo. Responsable de múltiples iniciativas de congresos de la lengua y festivales internacionales de poesía, y auspiciador, desde su posición ejecutiva en la más importante entidad bancaria del país, de publicaciones y eventos de gestión cultural a lo largo de toda la geografía nacional. De forma callada, su visión ha convertido esa entidad comercial en el principal mecenas de las artes en las últimas décadas.

Las palabras, contenidas en el tercer párrafo de su discurso de 23 páginas, al agradecer la presencia en el acto de ingreso a la Academia, de colegas, escritores y amigos, testimonian la lucha que “como simple soldado” ha venido librando a favor de una mejor educación para las nuevas generaciones: “una educación en la que la lectura y la escritura creativa, como producto de una enseñanza apropiada de la lengua materna, junto al cultivo de las demás artes y lenguajes estéticos, contribuyan a una formación integral, con cimientos humanísticos y científicos, de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. La patria sentimental de un escritor radica en la defensa de su lengua, la lengua en que escribe, la lengua que dimensiona su cultura, su sociedad, su historia, la lengua que le faculta para ser y estar en el mundo.”

Dr. Bruno Rosario Candelier coloca medalla que acredita al Dr. José Mármol 
como miembro de número de la ADL

De manera generosa y certera, Mármol dedicó la primera parte de su enjundioso discurso de entrada a la Academia Dominicana de la Lengua, a celebrar la prolífica obra de su antecesor, Marcio Veloz Maggiolo, señalando que en esta: “nuestra literatura ha tenido uno de sus más altos vuelos en todos los tiempos y uno de sus autores más fecundos. Su memoria, su imaginario, su saber enciclopédico y su exquisito dominio de la palabra hicieron del barrio capitalino de Villa Francisca un espacio universal.” Con emoción, Mármol recordó el noble gesto de Marcio y su cultivo de la amistad manifestado en febrero de 2021, cuando de su puño y letra le dedicó un ejemplar de su novela Palimpsesto (Búho, Santo Domingo, 2020), destacando su admiración por la poesía de este laureado poeta de la Generación de los ochenta.

El 10 de abril del año pasado, el Covid 19 truncó la valiosa vida de don Marcio Veloz Maggiolo, autor de mi personal aprecio, de cuya obra tuve el privilegio de disertar en la 78a Feria del Libro de Madrid. No me cabe duda del acierto de la Academia Dominicana de la Lengua en su selección para suceder en la silla N a “este gigante de las letras y el pensamiento”, pues Mármol ya alcanza la altura de muchos de sus vuelos.

Al abordar el tópico central de su disertación, Jose Mármol destacó que la escritura es un acto de dolor: “Escribir duele porque exige pensar, retar al lenguaje, procurar en la lengua lo sublime de la lógica y, además, recordar. Escribir duele porque nos vacía, de un tirón, lo pensado y lo sentido. Escribir nos conduce por la angustiante senda de imprimirle un sentido al horizonte de la nada.” En consonancia con Clarice Lispector, la escritora brasileña más influyente del siglo XX, afirmó escribir es una maldición: “porque obliga y arrastra como un vicio penoso, porque es una condena, una impenitente penitencia”, pero también, aclaró, es una salvación y un misterio:

“No es posible conocer en profundidad la certeza inmaterial de su implacable mecanismo, su engranaje a veces mórbido y otras veces letal. Porque la escritura no es mero proceso de factura, de plasmación material de la precisión morfológica, la belleza del sonido y los misteriosos pasajes de una lengua. Es, más bien, la magia de un nacimiento, la manifestación de un acontecimiento del lenguaje, el concreto de pensamiento y sentimiento de una lengua, un individuo, una cultura, una sociedad y una historia.”

En su divagación sobre la inefable e indefectible vinculación de filosofía y poesías, José Mármol, no escatimó teorías, aventurándonos por los aportes de pensadores de todas las épocas:

“La metafísica ha tejido, a través de su propia historia, una urdimbre intrincada, a veces abstrusa, demasiado cargada de conceptos y caminos metódicos muchas veces sinuosos. Aun así, la metafísica posible es la realidad cotidiana, la vida y la acción de la humanidad explicada y profundizada a partir de su estar en el mundo.”

Fue pródigo en argumentos para convencernos de la naturalidad ineludible con la que filosofía y poesía se acercan y entrecruzan. Para Mármol, apoyado en Víctor Gómez Pin cuando afirmó que los humanos somos “animales de palabra y de razón”, devenimos en “seres de pensamiento, sentimiento y lenguaje, porque son los actos de pensamiento, el pathos de la distancia entre un sujeto y su alter ego, el otro, y el poder simbólico del lenguaje los que en definitiva nos hacen ser lo que somos.”

Mármol destacó que la separación, o querella, acerca de la polémica relación entre filosofía y poesía, nos viene legada de la más remota antigüedad: “Heráclito y Jenófanes, desde su propia escritura poética, lanzan críticas a importantes poetas como Homero y Hesíodo. Ya sonsacado Platón por seducción de Sócrates, para que abandonara la poesía y se colocase del lado de la filosofía…” Esta referencia fue el inicio de un detallado recorrido del poeta y filósofo dominicano por la historia de la cultura occidental, con profusas citas de autores que, posteriores a los griegos citados y los que sumó Aristostles y Heráclito, han abordado la dicotomía plateada; destacando entre ellos: Fiedrich HegelNietzche, G. W. Hegel, Giordano Bruno, Jonathan Wolff, George Steiner, Michel de Montaigne, José Ortega y Gasset, Miguel Unamuno, Alejandro Teófilo Baumgarten, Martin Heidegger, entre otros; también los investigadores: Javier Aguirre, A. L. Bertrán, E. Benveniste, Víctor Gómez Pin, Byung-Chul Han, Hermann Diels, María Zambrano, Beltrán, Ortiz-Osés, Romo Feites, José Gaos y Gianni Vattimo;  y de poetas como: P. B. Sherlley, Friedrich Hölderlin, Paul Valery, Rainer María Rilke, Georg Trakl, Stéphane Mallarmé, Fernando Pessoa, Antonio Machado, Pedro Salinas, Jorge Luis Borges, Octavio Paz y Roberto Juarroz.

Miembros de número de la ADL presentes en el acto de rescibimiento.

José Marmol en este discurso paradigmático, resumen de su propia evolución intelectual, profesó la creencia expresada por Heidegger, autor de su preferencia porque en él convergen creativamente filosofía y poesía, al afirmar que “el pensamiento es poesía originaria que antecede, que precede al decir poético. Asimismo, una poesía que piensa establece y dimensiona la topología del ser del ente. Ahora bien, es en el silencio primigenio, ese que origina el pensar fundacional, donde pensamiento y poesía establecen su identidad, su evocación sintética, su unidad.”

Marmol señaló que Heidegger, en sus múltiples respuestas a lo que significa el acto de pensar, plantea la diferencia entre ‘la palabra poética’ y ‘el decir del pensar’, aduciendo que este último ‘no recurre a imágenes’. Celebra que su definición filosófica de la palabra descansa sobre la metáfora de un pozo: “ese del que el agua surte, muchas veces, sin que siquiera nos demos cuenta. No es una gratuidad la proposición del propio filósofo según la cual toda obra proveniente de la mano, sea un dibujo, una pintura, una composición musical o un poema, se basará siempre en el acto de pensar. ¿Acaso no se da aquí el milagro de una equivalencia entre la génesis del arte y la del pensamiento? Hay en la relación entre poesía y pensamiento más armonía, más articulación que distancia o divergencia.” No sin regocijo poco disimulado, Marmol celebra la “inocultable sospecha en la suposición de que filosofía y poesía constituyan dos aproximaciones divergentes al fenómeno de la verdad.”

Sobre su propia visión vinculada de lo filosófico y lo poético, Mármol destacó que se ha apoyado: “en la definición que de la poesía dio alguna vez J. L. Borges, quien apela a la idea de que la poesía es aquello que permite ver con asombro donde los demás ven con costumbre. El poetizar es, pues, un mirar asombroso, desde cuya naturaleza lingüística, tiene lugar la generación del asombro mismo, en tanto que pensamiento.” Del mismo modo, Mármol destaca, como referente del asombro de lo poético en la filosofía (en tradición que se remonta a los diálogos platónicos el Banquete y Fedro, y la Metafísica de Aristóteles), la importancia de las meditaciones del poeta y ensayista Octavio Paz contenida en su obra El arco y la lira (1956), especialmente al señalar “con meridiana claridad, que la poesía es conocimiento, por cuanto el acto de crear, la poiesis implica un conocer y reconocerse.”

Marmol afirmó con propiedad que: “La poesía se nos revela como otra forma de pensamiento, que en los tiempos de la filosofía natural fue base para la génesis del pensamiento y la cosmogonía, al punto de que originar y nombrar mito-poéticamente eran una misma cosa. No sustentaría una separación tajante entre filosofía y poesía, hasta llegar a presentarlos como opuestos o antípodas, a las maneras de Leopardi o de Paul Celan. He sido temprano partidario de una relación dialógica.” Para el académico dominicano, la diferencia entre filosofía y lingüística es de naturaleza analítica: “estribaría, en todo caso, en que la primera, a partir de los apogeos del logocentrismo en la Antigüedad y el racionalismo en la modernidad, emprendió el derrotero de la búsqueda de la certeza, de la verdad absoluta, mientras que la segunda se mantuvo fiel al asombro, a la relatividad del conocimiento de las emociones y el imaginario, al desasosiego y la angustia que toman cuerpo en el trabajo con el lenguaje, desde el lenguaje y por el lenguaje. La filosofía se asienta en la afanosa búsqueda del concepto como principio del ser y del pensar, y la poesía toma posesión del amplio horizonte de la imagen, su multivocidad y su riqueza de sentidos.”

Sobre el devenir histórico de posiciones contrapuestas entre filósofos y poetas, José Mármol, al final de su intervención, nos adentró por los senderos de su propia reflexión, a la que denominó, en los años ochenta, como “Poética del Pensar”. Señaló al respecto que para él: “El poeta pensador va de la mano de la meditación, antes que del análisis o del raciocinio en sentido estricto. Le son propios los sentimientos y las experiencias concretas de la vida. Hay en él unidad de lenguaje, pensamiento y poesía. Más que de la poesía como concepto abstracto, el poeta pensador, sin desmedro de ella, se va a ocupar del poema y su estructura como un hecho concreto de lenguaje, como un constructo de lengua y cultura.”

De manera explicita señaló que su poética del pensar, aunque se basa en el pensamiento filosófico: “no lo subsume, no lo oblitera, no lo tacha, sino que, por el contrario, armoniza con él sobre la base de la especificidad de la diferencia. El pensar filosófico goza de una acendrada especificidad que tiene como eje central el raciocinio logocéntrico. El pensamiento poético hace suyo lo que fue originario del saber filosófico presocrático, aquella magnitud que ofrece el poder simbólico del mito. Heidegger subraya esa especificidad, esa diferencia sutil entre la palabra poética y el decir del pensamiento. Se apoya en el argumento de que en la primera el sustrato es la imagen, mientras que si esta aparece en el decir del pensamiento lo hará solo como una suerte de ancla. Será un recurso y no un fundamento.”

Su conceptual y emotivo discurso concluyó con la afirmación de que “La división tajante entre poesía y conocimiento apenas tiene validez en el umbral de las abstracciones y de la retórica convencional. El poema se revela como entidad armónica y compleja, y por cuanto es un concreto de lengua, lo es también de pensamiento. El orbe cognitivo del poema está cifrado, no en la exterioridad, sino más bien, en su propia intencionalidad lingüística.” Enfatizó que la fértil, y a veces polémica e incomprendida relación dialógica entre pensamiento y poesía, como lo definió Ortega y Gasset, es el cuento de nunca acabar.

Los doctores Bruno Rosario Candelier y José Mármol
en la Academia Dominicana de la Lengua

En este discurso ejemplar quedó asentada la erudición y profundidad del pensamiento del nuevo académico de número de la silla N, sobre cuyo perfil asoma un futuro prometedor para la Academia, casa de los dominicanos cultores la lengua española. 

¡Enhorabuena! Las recientes promociones de académicos y escritores, en José Mármol nos sentimos representados.

Bibliografía

Mármol, J. (2022). “Pensamiento y poesía, una relación dialógica interminable.”. (p. 23). Santo Domingo: Academia Dominicana de la Lengua.



 

martes, 15 de febrero de 2022

En el 35 aniversario del Festival Internacional Artevivo, celebración del Día Mundial de la Poesía


Admirados Poetas:

En 1999, durante su trigésima Conferencia General en París, la UNESCO adoptó por primera vez el 21 de marzo, día del solsticio de primavera, como Día Mundial de la Poesía con el fin de conmemorar la forma más pura y generosa de la expresión artística de la humanidad.

Siguiendo las líneas trazadas por la UNESCO de celebrar en ese día la diversidad lingüística y cultural de los pueblos a través de la expresión poética, honrar a los hombres y las mujeres que se dedican a ella y fomentar las tradiciones orales de recitales de poesía del mundo, al Festival Internacional Arte Vivo de Santiago de los Caballeros, República Dominicana y el Maratón de Poesía del Teatro de la Luna, de Washington DC, Estados Unidos, hemos unido esfuerzos para convocar a los festivales poéticos, instituciones relacionadas con las lenguas y a cada poeta para leer poemas durante 24 horas sin interrupción.

En fin, para el 21 de marzo próximo, todos los adoradores de la poesía están llamados, individual o colectivamente, a celebrar en grande la fiesta de la Poesía de la Tierra, a través de una única plataforma virtual que habilitaremos para este fin.

Agradeceremos que los organizadores de festivales interesados en participar coordinando grupos de poetas que representen a su evento, su ciudad o su país, se pongan en contacto con nosotros. Coordinaremos sesiones virtuales de una hora para cada festival, el cual será reconocido como
coanfitrión en los crédito y publicidad del evento.

En las sesiones virtuales, los poetas leerán sus poemas en su lengua original, sin restricción. Con miras a la publicación de una antología con los poetas participantes, agradeceremos nos remitan su(s) poemas en formato electrónico en español, inglés o francés; acompañado de una breve hoja de vida con información sobre su trayectoria creativa.

Aspiramos que la mayoría de las participaciones se realicen en línea, en vivo. Adicionalmente, también estaremos recibiendo lecturas pregrabadas en videos con una duración máxima de 5 minutos. Estos videos serán programados en listas de reproducción para horas en las cuales no se contemplen sesiones virtuales en vivo.

Tanto los videos como los poemas y la hoja de vida deben ser enviados al correo diamundialdelapoesia@gmail.com

La página oficial de este maratón poético es: https://www.facebook.com/festivalartevivo.

Continuamente estaremos ofreciendo información actualizada del avance de los preparativos del evento.


Team Artevivo, Día Mundial de la Poesía


viernes, 21 de enero de 2022

La grata tarea de evaluar Exégesis, revista de la Universidad de Puerto Rico en Humacao

 

Por Fernando Cabrera 

En una mañana sabatina de pandemia, he recibido el tercer número, de la segunda época editorial, de la Revista Exégesis, correspondiente al otoño de 2019, y la entrañable encomienda de su lectura me ha servido como vacuna contra la desesperanza. Su treintena de textos transdisciplinarios y diversos como la vida, distribuidos en cinco secciones paradigmática perfumadas con titulaciones de exótico grecolatinismo (a saber: poiésis, exégesis, lectorum y dossier), han actuados como anticuerpos, más efectivos que los de las vacunas contra el COVID-19, en defensa de mi integridad, al fortalecer mi fe en las ciencias y las humanidades como herramientas indispensables para construir materialidades y solidaridades, con razones del corazón e intuiciones del cerebro, de cara a un perenne porvenir tan excitante como incierto.

No puedo estar más satisfecho con la excelente selección hecha para la sección POIESIS. Se trata de poemas recientes de los escritores dominicanos Manuel García Cartagena y Plinio Chahín, dignos representantes de la Generación de los Ochenta. Escribe uno desde la diáspora en Estados Unidos y el otro desde el litoral Caribe que baña tanto a Santo Domingo como San Juan. En los versos del primero late la multiculturalidad, la necesidad de que el mundo se acepte diverso, o mejor, mestizo, mulato, escenario de conjunción del YO y el OTRO en un solidario Nosotros. Plinio muestra en fragmentaciones que aspiran la unidad de un solo canto, conciencias danzantes y sensibilidades erotizadas; más que los mundos en si mismos, seduce al poeta, la estela que dejan en sus movimientos.

La sección homónima de la revista, Exegesis, procura textos que extraen significados del mundo. Los intelectuales puertorriqueños José Carlos Arroyo Muñoz y Michael González Cruz, con sendos ensayos sobre temas ideológicos necesariamente impregnados de las circunstancias políticas, aspiraciones justas y sueños rotos de que están hechas las utopías. Ferdinand Álvarez, con una historiografía indígena recuperada de manos de otros investigadores dolientes, procura mostrar la cara auténtica, aldeana igualitaria, de los primeros habitantes de las Antillas, desdibujada por las narraciones eurocéntricas oficializadas. José Muratti Toro nos adentra por el subyugante universo creativo de la historiadora estadounidense Barbara Tuchman; destacando su extraordinaria habilidad para fundir en un mismo plano textual realidad y ficción, verdad y verosimilitud.  Nos ofrece claves indispensables para entender libros de historia que se leen como novelas, textos narrativos lúdicos que beben a saciedad del devenir del mundo hasta convertirse en referentes bibliográficos primarios, indiferentes al riesgo del rechazo tanto del prurito de historiadores como del celo de novelistas convencionales.

La preocupación académica toma cuerpo de manos de Ángel Noé Vega y Maximiliano Guzmán. El primero acerca al lector a teorías metodológicas para la aprehensión del mundo, para la adquisición de conocimientos; en tanto el segundo, alerta sobre las consecuencia de que burócratas, desde posiciones ideológicas coyunturales, determinen, desde indicadores estrictamente financieros, insensibles a intangibles vitales, apliquen políticas públicas que afectan instituciones que, como la Universidad de Puerto Rico (UPR) constituyen bienes públicos inalienables, garantes de la democracia mediante una educación de calidad accesible a todos los ciudadanos.

Contrario a los fanatismos que a propósito crean exclusiones, un espacio vital de aspiraciones holísticas como Exegesis no puede estar ajeno a las doctrinas. Bueno, el texto de Luis Mojica Sandoz no es precisamente el mejor ejemplo de religiosidad. Ya la invocación a Pirrón de Elis, el filósofo griego fundador del escepticismo, en el contexto de una plaza para creyentes construida próximo al Capitolio, ofrece suficiente caldo de cultivo para el recelo. Su artículo versa sobre el populismo religioso de los políticos, de los ilegítimos dilapidadores de erarios, que a falta de linajes monárquicos procuran legitimar sus indelicadezas mediante vinculaciones terrenales, a través de autoridades sacerdotales, con la divinidad.

Marco Antolín nos introduce en los avatares de la ignominiosa Guerra Civil Española a través de los versos de un afrodescendiente oriundo de Alabama, el racista estado sureño en el cual, deportivamente, según Harper Lee, se mataba ruiseñores. Nos cuenta como Langston Huge, al realizar crónicas de sus hermanas de raza participantes en las Brigadas Internacionales, se hizo celebre por cantar bajo el silbido de las balas de un lluvioso día de 1937 sus saudades por la amada lejana, su dilema de posponer “la intensidad de sus sentimientos afectivos y su sentido de obligación para combatir al enemigo que limitaba sus derechos y libertades. En tanto, Nicole Bonino, nos brinda una mirada transoceánica en torno a la migración italiana a la Argentina, tomando como referente a Edmondo de Amicis, especialmente a la novela Sull’ Oceano de publicada en 1890. Bonino destaca la relevancia del océano Atlántico, a partir de aspectos historiográficos y metafóricos, como un imprescindible archivo de la memoria humana. El analista refiere, que en esta novela, el autor presenta la vocación imperial italiana, de lograr expansión territorial y cultural.

Ligia Estela Machado Pardo se aventura por el mágico universo creado por Gabriel García Márquez, siempre atento a las realidades sociopolíticas y culturales de Colombia, el Caribe y Latinoamérica.  Destaca su sensibilidad social, su compromiso con las revoluciones, especialmente con la cubana; pero resalta, además su falta de vocación y formación política imprescindible para las acciones reivindicativas. Ligia nos recuerda que Márquez uso el recurso que le dio fama universal, la palabra, para criticar oportunamente la insoportable e injusta soledad centenaria de América Latina.

Las imágenes que Exégesis contiene en los artículos de su sección homónima, surgen como de un postmoderno caleidoscopio. Tal es la diversidad temática, pluralidad conceptual y las múltiples dicotomías en venturoso azar.  Con visible entusiasmo, Silvia M. Casillas Olivieri propone un entrañable retrato de Esther Noemí Arroyo Hernández, doctora responsable de traer al mundo, entre 1959 y 1970, generaciones de ciudadanos de Humacao, sustituyendo, con una responsable práctica biomédica, los bien intencionado e invaluables servicios de las comadronas del pueblo. 

Del ámbito de la salud, Exégesis, de manos de Elwood Ruiz Maldonado, salta al impersonal pero imprescindible mundo de las telecomunicaciones y las virtualidades. Nos comparte la utopía robótica de una sociedad virtualizada, tipo la película Matriz, con la integración en tiempo real y sin fronteras de todo tipo de dispositivos electrónicos para un uso provechoso y eficiente de la información en todos los campos: sociales, económicos, académicos, salubristas, industriales, etcétera. El siguiente salto es planetario. Abraham Ruiz y William Bruckman alertan a los lectores de la condición cósmica de la Tierra que la hace pasible de impactos meteóricos terribles, como el causante de la desaparición de los dinosaurios, pero sobre todo de otros de menor intensidad, pero de mayor frecuencia.  Se concentra en los bólidos con diámetros de 100 metros o más y energía en el rango de 100 MT, que generan devastación y extinción local. Proponen un modelo de análisis de probabilidad de impacto en la tierra a partir del “flujo” de cráteres lunares en el tiempo.  Finalmente, del campo de las devastaciones teóricas, diez analistas de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, adentran al lector por los terribles efectos de María, ciclón categoría 5 que, en septiembre de 2017, devastó el Caribe nororiental, a saber: Dominica, las Islas Vírgenes y Puerto Rico, especialmente en la fauna y flora del campus universitario. Los investigadores presentan un inventario histórico de la vegetación natural para destacar los esfuerzos de reforestación de las especies arbóreas afectadas, y refieren la necesidad de documentar la relación de estas con las aves que frecuentan el espacio.

La tercera sección, Lectorum, contiene reseñas y artículos breves que testimonian miradas cómplices. Así, Daniel Torrez Rodríguez refiere recuerdos, memorias y posmemorias de las poetas puertorriqueñas Dinorah Cortes-Vélez y Lourdes Vásquez. La primera, desde un imaginario gélido, en las continentales en sus Poemas de la Soledad de Wisconsin, rememora en versos bilingües la calidez tropical desde la perspectiva de una nostalgia que siempre traiciona, mejorando el paisaje lejano y todo tiempo pasado. La segunda, Lourdes Vásquez, en su poemario El atardecer de los planetas azules, según el articulista, también entrega versos atados a recuerdos, reflexionando sobre el paso implacable del tiempo. Esthel Goldman en su obra De los peces de la sed, en apelaciones a voces francesas y latinoamericanas, al ofrecer textos lógicos-poéticos que van desde lo simbólico a lo barroco en su reconstrucción de experiencias de la infancia. Asimismo, José Lee Borges nos adentra en el pensamiento crítico del catedrático Amílcar Cintrón Aiguilú en su obra El temor de los imperios, quien desde una perspectiva de defensa de la insularidad procura analizar a “profundidad las políticas implantadas en Puerto Rico durante la década de 1950.” María Mínguez Arias ofrece una breve reseña de la novela Caléndula de la escritora dominicana Kianny Antigua, que en sintetizado y fragmentado lenguaje coloquial aborda el germen caudillista que pervive en la mentalidad de muchos políticos criollos. Está sección se cierra con un atisbo de la narrativa colombiana reciente a partir de las novelas de evocación y reflexión social de Benhur Sánchez Suárez a través de un interesante artículo escrito por el investigador y docente Felix Ramiro Lozada Ramírez.

La revista Exégesis cierra con un dossier de casi ochenta páginas dedicado a conmemorar el centenario del escritor oriundo de Arecibo René Marqués García en los principales espacios universitarios de Puerto Rico, celebrado del 15 al 17 de octubre del 2019, organizado por el Departamento de Estudios Hispánicos de la UPR.  El dossier recoge las aproximaciones críticas de los académicos participantes: Jerry Torres Santiago: “La mirada arquitectónica de René Marqués”, José Anazagasty Rodríguez: “La objetividad como refugio de los dóciles y su crítica a las ciencias sociales puertorriqueña.”, Iliaris Alejandra Avilés Ortíz: “Juan Bobo y el ‘intelectual orgánico’: René Marqués y Antonio Gramsci en contrapunto”, Miriam Colón Pizarro: “Operación Cine Nuevo: René Márqués y la peripecias del cine nacional.”, José Emilio “Chemi” González Matos: “Mirándonos en el cine: apuntes sobre los casos de la DIVEDCO e Ignacio.”, Mary Leonard: “De la DIVEDCO al documentar contemporáneo en Puerto Rico.”, Elba Torres Cruz: “Sentido y significación de los condenados, drama de René Marqués.”, Roberto Echevarría Marín: “Estructuras de sentimientos en la narrativa de René Marqués.”, y Efraín Barradas: “La víspera del macho: autocrítica y relectura.”  En fin, un extraordinario recorrido que justiprecia las muchas facetas del pensamiento crítico y creativo de un autor comprometido con la identidad cultural y política de la isla, siempre preocupado por romper los forzados vínculos neocolonialistas. Los académicos nos llevan de la mano por senderos que van desde la síntesis narrativa, al ensayo idiosincrático, a la espectacularidad dramática concebidas para las tablas y el celuloide, de quien es, sin dudas, uno de los principales escritores puertorriqueños del siglo XX.

Después de una mirada atenta a la revista Exégesis confirmo con satisfacción que los ensayos, artículos y reseñas que contiene, cumplen satisfactoriamente la doble función de formar y entretener, al ser concebidos respetando los requisitos de los “papers” académicos propios de las revistas indexadas. Si aún no aparece incluida en las bases de datos de consulta mundial, es justo hacer el esfuerzo, defendiendo, eso sí, que los necesarios tecnicismos de indexación no maten la naturalidad, el morbo y la incorrección tan atractivos para lectores ávidos de mirar al mundo en la plenitud de sus sombras y luces. Me he deleitado en la diversidad y pluralidad de Exégesis. No hay nada más perdurable que el placer culposo de la razón plena.

©FernandoCabrera